“Nunca superas la muerte de tu madre, pero vivirá por siempre en tu corazón”. “Se fue en cuerpo, pero su alma me cuida a diario”, fueron algunas frases de los ciudadanos que llegaron a los cementerios arequipeños para visitar a quien les dio la vida y cuidó de ellos con un amor incondicional e infinito.
En sillas de ruedas, con bastones o con una enfermedad encima, acudieron al campo santo miles de adultos mayores, quienes añoran ver y sentir a sus mamitas por última vez. En el cementerio La Apacheta las visitas llegaron desde un día antes y se cerraron las vías para mantener el orden en la zona.
Jesús Esquivel Vega (66) acudió junto a su hermano con las flores favoritas de su madre, a quien perdió a los 40 años. Él recuerda que su mamita Eudocia Vega siempre luchó por ellos; era la matriarca de la familia y trabajó hasta los últimos días de su vida para que sus ocho hijos fueran unos profesionales.
“Nos enseñó a hacer lo correcto, siempre era muy estricta con nosotros. Nos apoyaba, escuchaba, pero también nos reprendía cuando hacíamos algo mal. Todos estudiamos gracias a ella. Nos heredó la unión, siempre nos decía que la familia era un soporte y teníamos que apoyarnos unos a otros. Hasta ahora todos somos muy unidos”, contó Jesús Esquivel.
Nancy Valdivia llegó al cementerio de La Apacheta para visitar a su mamá y a su suegra, con las flores favoritas para ambas. Ella recuerda que cuando era niña estaba muy mal de salud, todos los médicos le dijeron que no tenía salvación. Su madre, sin rendirse y con toda la fe, la llevó donde la virgen de Chapi.
“Ella, muy creyente, me llevó donde la virgencita. No se rindió, yo me iba a morir y ella no quiere perderme. Rezó y pidió con todo el corazón que me salvara. Hasta ahora sigo viva. Mi mamá lo era todo para mí. Siempre deben valorar a sus mamitas cuando estén en vida, atenderlas cuando lo necesiten; ellas dan un amor incondicional”, relató. Nancy.
DISTRITOS
Otro cementerio concurrido fue el de Francisco Bolognesi en el distrito de Cayma. Ahí, Juana Zarreta acudió para ver a su progenitora, María Mamani, quien falleció a los 85 años por problemas de salud. Su recuerdo más grato fue cuando su madre valientemente cuidó sola de ella y sus 3 hijos tras salir de su casa por la violencia que sufría con su pareja.
La música y oraciones se escuchaban al pasar por cada lápida que estaba rodeada de familiares que llegaron de visita. El dolor continuaba porque ya no tienen a sus seres queridos para abrazarlos o ver su sonrisa, pero la calma se asomaba cuando sentían su alma. Otros llevaron gaseosas y comidas favoritas para compartir con su difunto.
“Mi mami amaba la Coca Cola, por eso le pongo un vaso para que pueda disfrutar. Era una mujer espectacular. Siempre trabajó y me cuidó hasta mis 59 años como a una bebé. Su amor es incomparable, la extraño mucho. Aún recuerdo cuando su corazón dejó de latir y a las horas ya estábamos enterrándola”, contó Lilian Huamán, quien acudió al cementerio de Cayma.
Rosendo Vilca, de 87 años, acudió a ver a tres personas al campo santo de La Apacheta: a su mamá, suegra y vecina. A la última persona le llevó lirios blancos y pagó a un joven para que los coloque en su lápida que estaba muy arriba. Él siempre visita a quien hace ocho años era su vecina y siempre fue una madre ejemplar.
“Mi vecina Saturnina, que en paz descanse, cuidaba sola de sus hijos. Como vivía a mi costado, recuerdo que siempre nos apoyaba. Mi esposa enfermó y yo tenía que trabajar, ella nos ayudó, la cuidó por años. Por eso siempre la visito, la recuerdo con mucho cariño porque era muy buena persona”, contó Rosendo.
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