Estudiantes del colegio San Martín de Socabaya siguen manteniendo el bosque en este espacio. Foto: GEC.
Estudiantes del colegio San Martín de Socabaya siguen manteniendo el bosque en este espacio. Foto: GEC.

Lo que hace 10 años era solo un descampado dentro del colegio San Martín de Socabaya hoy es un bosque escolar con más de 200 árboles, canales de riego, paneles solares y un aula de ciencia al aire libre. El proyecto nació como una iniciativa de docentes, padres de familia y estudiantes, y hoy es un modelo nacional e internacional de innovación educativa.

El cambio empezó en 2015, cuando la profesora Sonia Amparo Gutiérrez Miranda, docente de Ciencia y Tecnología, detectó que muchos estudiantes aprendían mejor mediante el método cinestésico: hacer para aprender. “Teníamos que ponernos en ese lugar”, recuerda. Ese diagnóstico fue el punto de partida para transformar un botadero en un espacio pedagógico vivo.

Lo primero fue limpiar el terreno. Durante meses, padres, niños y profesores retiraron desmonte, nivelaron el suelo y comenzaron a sembrar las primeras plantas. La labor se complementó con los canales de riego construido gracias al entonces director Manuel Ángel Bejarano Núñez, miembro clave del equipo impulsor.

El proceso tomó tiempo. Cada año, nuevos grupos de estudiantes aportaban en la reforestación y el mantenimiento. Los alumnos de primer grado, por ejemplo, trabajaban la unidad de suelos directamente en el bosquete; aprendían sobre ecosistemas, seres bióticos y abióticos, y clasificaban árboles mediante fichas taxonómicas. “Todo se articula a nuestra área. Veníamos aquí, revisábamos, observábamos. Así fue creciendo año tras año”, explica Gutiérrez Miranda.

PREMIOS

El proyecto dio un salto decisivo en 2022. Ese año, el colegio compitió en el FONDEP con la propuesta “Cuidando lo que más nos gusta en tiempo de pandemia” y ganó recursos para perforar el pozo subterráneo que hoy abastece todo el bosquete. Sin esa fuente de agua, la sostenibilidad habría sido imposible en un suelo árido y poco fértil.

Al año siguiente, en 2023, volvieron a competir y nuevamente obtuvieron financiamiento, esta vez para implementar paneles solares. El proyecto “Sol radiante, energía al instante” permitió instalar ocho módulos fotovoltaicos en el laboratorio de Física. Estos paneles bombean el agua del pozo hacia las redes de riego sin gasto eléctrico para el colegio.

Actualmente, el bosquete se sostiene solo: la energía solar alimenta la bomba, el agua fluye por una red diseñada para evitar desperdicios y el sistema incluso retorna energía a la institución cuando no se utiliza.

BOSQUES ESCOLARES

SERFOR es otro aliado clave. Desde 2015 acompaña el crecimiento del bosque con asistencia técnica y entrega de especies nativas y exóticas. Una reciente visita confirmó el buen cuidado de los árboles entregados por la institución forestal, lo que posicionó al colegio como proyecto piloto de bosques escolares.

En total, el bosquete alberga alrededor de 200 árboles de distintas especies. Destacan los pinos radiata, valiosos por su alta capacidad de capturar dióxido de carbono. Sin embargo, algunos presentan estrés por el tipo de suelo. El proyecto ya trabaja en nuevas investigaciones estudiantiles, desde el análisis del pH hasta el uso de abonos orgánicos para mejorar su crecimiento.

AGENTES DEL CAMBIO

Otro pilar del proyecto es el Club Forestal, fundado en 1995. Allí se organizan los “agentes de cambio”, estudiantes comprometidos con el cuidado del bosque y la difusión del proyecto. El club mantiene una página web, redes sociales y contenidos educativos para motivar a otras instituciones a replicar la iniciativa.

El bosque escolar también ha generado sentido de pertenencia. “Lo principal es la voluntad. Si articulamos las actividades, se puede lograr”, señala Gutiérrez Miranda. Para ella, el espacio no solo embellece el colegio: también forma ciudadanos conscientes del ambiente y del valor del trabajo conjunto.

VIDEO RECOMENDADO: