Continúa su gesta diaria de promover la lectura aún en pandemia, pidiendo que no se olvide las historias de Arequipa a través de los cientos de escritos. (Foto: Sarko Medina)
Continúa su gesta diaria de promover la lectura aún en pandemia, pidiendo que no se olvide las historias de Arequipa a través de los cientos de escritos. (Foto: Sarko Medina)

Reconocido por su constante presencia en buses vendiendo sus escritos, el escritor José Alvear Corimanya continúa activo en la labor narrativa, aquejado por algunos males, siente que tiene muchas historias que contar y está dispuesto a seguir haciéndolo hasta cuando pueda.


¿Los estudios de Sociología le han ayudado en la construcción de sus relatos? Hay varias obras, generalmente son problemas sociales que se han desarrollado en esta región. Enumero algunos de ellos: El degolladito dedicado a Mollendo, Chavela una “santa” en Miraflores, Mollendo y el subprefecto “Caín”, El Alcalde en su castillo de cristal, Montesinos de Yanahuara, gestas de Arequipa, Nos defendemos atacando –valle de Tambo-. Es interesante seguir la secuencia de esos hechos históricos en cada obra.

¿Cuál es el proceso que usa para construir sus historias? Son creaciones en segunda persona. Tengo el defecto de seguir la secuencia del inicio al final. Debe ser por ser actor de mimo y otras artes. En ese proceso van experiencias personales y subjetivas. Si veo que en la obra hay algo que rescatar desde el punto científico, le dedico algunos renglones como parte de oposición al diálogo entre los personajes.

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¿Por qué la literatura como vida y por qué de manera independiente? Alegra escribir con todas las limitaciones que uno puede tener. Tengo un pasado de soledad (mi niñez), he crecido mayormente a lado de madre materna —alguna vez con una tía—; de ahí viene el mimo, atletismo, el baile sin pareja, el pirograbado… Con ese pasado ermitaño, van hoy día mis actividades de manera independiente.

Usted también hace mimo, ¿hay alguna relación entre este arte teatral y la literatura? Como manifesté, mi niñez y la situación económica —esta última es importante—, sabía que mi madre materna con su trabajo de cocinera no podía darme otras satisfacciones más allá del alimento; me cuidaba incluyendo los juegos. Para evitar enojos.Todo este proceso de vida, si tiene una conexión con el arte del mimo y la literatura. En esta última me desenvuelvo mejor por el verbo.

¿Cuáles son los principales temas que aborda en sus cuentos y poemas? Los temas en cuentos son los misterios, como misterios tiene el futuro. Va un cuento brevísimo: “Chisssss… chissss… chissss. Cuando los niños duermen: el cuco se va”. En la poesía es el amor, pero últimamente estoy inclinado al erotismo, tema descubierto en la tercera edad.

En este tiempo la figura de Mariano Melgar se retoma, ¿Cómo fue el homenaje que le dedicó por el bicentenario de su muerte? Mariano Melgar no solo se debe dedicar tiempo a su vida romántica, no niego que es importante, hay otro complemento, su formación política, cuadro masónico, del cual se habla y escribe poco. El homenaje a Melgar está elaborado en el libro “Ser, Arequipeño”. Donde demuestro que debe ser una muestra de lo mínimo que debemos ser los arequipeños: 1.- Amar a una sola mujer. 2.- Ser partidario de una opción política –así estemos equivocados- y debemos llevar su gloria de vida a la plaza mayor con un monumento.

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¿Qué rescata del interactuar en redes sociales y compartir sus escritos? Esta nueva época de las comunicaciones nos permite no esperar la conferencia de zutano o mengano, ahora uno planifica y se alimenta –intelectualmente- con el mejor menú de conocimiento que hay en Internet. Incluyendo a los amigos no solo analizando sus muros, sino también la correspondencia. De mi parte mi muro, actualizo todos los días con algún escrito.

El tiempo en pandemia ¿cómo lo ha afectado? Al principio de la pandemia no había libertad de salir. Luego, con los protocolos de seguridad, empecé a vender a domicilio, yendo en bicicleta –disfruto pedalear, sentir el tiempo a través de la velocidad, el viento etc. Particularmente, son mis dolencias –nueve meses- que no me permiten vender todos los días en los buses.