Hilaria García Caballero es madre de 10 hijos. Ceferino y Jesús Huahuaccapa García de 24 y 28 años, respectivamente, eran dos de los ‘chanacos’ (menores) y fallecieron junto a 25 compañeros de trabajo al interior la mina “La Esperanza II” en Yanaquihua, Condesuyos, al quedar atrapados en un laberinto de humo del que no pudieron escapar luego de producirse un incendio en el tablero de control eléctrico que está ubicado en la bocamina de labor “Esperanza I”.
“Ellos debían estar con nosotros el 14 de mayo para celebrar el día de la madre en Layo (distrito cusqueño de la provincia de Canas), ya todo lo teníamos planeado para la fiesta. Pero, qué podemos celebrar ahora si mis hijos están muertos, señor. Nadie me los va a devolver”, dijo entre lágrimas Nicolás Huahuaccapa, un humilde agricultor del distrito de Langui de la provincia de Canas, en Cusco.
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Al igual que el resto de los deudos, los padres de Ceferino y Jesús se enteraron de la tragedia en “La Esperanza II” durante la tarde del último sábado, varias horas después del accidente y solamente a través de información que obtuvieron por las noticias difundidas en diferentes medios de comunicación, redes sociales y por familiares y amigos que laboran en los asentamientos mineros ubicados en Yanaquihua.
“Nadie de la empresa nos dijo nada. Ni siquiera nos dieron información exacta de lo que había ocurrido, Nosotros hemos ido hasta Yanaquihua, pero así (sin información de lo que ocurrió) nos han tenido hasta hoy (ayer)”, agregó Nicolás.
El primer contacto directo que tuvieron con la empresa Sermigold EIRL, que explota oro en “La Esperanza II”, fue a las 11 de la mañana de ayer con personal de asistencia social de la empresa y una hora después de la llegada a la ciudad de la caravana de vehículos funerarios que trasladó los restos de los fallecidos hacia la morgue central de Arequipa donde los peritos actuaron con celeridad para realizar las necropsias a los cuerpos. Al caer la tarde, los exámenes confirmaron que todos fallecieron víctimas de la aspiración del monóxido de carbono contenido en el humo que transformó los túneles, piques y chimeneas de la mina en un laberinto de muerte del que no hay escapatoria para la mayoría de la cuadrilla que ingresó a trabajar.
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¿Cómo ocurrió la tragedia que acabó con la vida de padres, hermanos, esposos e hijos?
Jhony es uno de los obreros que se desempeñaba como chimenero en “La Esperanza II” y ayer por la tarde acudió a la morgue para darle el pésame a los familiares de Florencio Cruz Apaza, su amigo y motorista en la mina.
Jhonny contó que fueron 29 obreros los que ingresaron a la mina a las 7:30 de la noche del viernes y a la medianoche del sábado, se sintió mal del estómago pidiendo al capataz, Apolinar Flores Meneses, retirarse al campamento para descansar, hasta ese momento todo estaba normal. La tragedia habría ocurrido antes de la 1:00 am, pues a esa hora se hacen los disparos (detonación de explosivos) para extraer el mineral de la roca y comenzar a retirarlo del interior.
Mientras los trabajadores aguardaban en la zona de bolo (descanso), se habría producido un corto circuito en la caja de control eléctrico de “La Esperanza I” que está a unos 140 metros de la bocamina.
El humo se expandió por las galerías, piques y chimeneas hasta alcanzar los conductos de la Esperanza II, sorprendiendo a los trabajadores que descansaban. La mayoría se quedó sin reacción por el humo que los envolvió, mientras que otro grupo trató de salir por un pique hacia la mina Cerro Rico, pero tras descender un nivel (30 escaleras de 40 metros cada una) la densa humareda les encerró.
Jhonny despertó a las 4 de la mañana y se enteró de la tragedia que habían sufrido sus compañeros. Él fue uno de los que ingresó durante la mañana para encender ventiladores para extraer el humo, solo de ese modo pudieron saber la ubicación de los cuerpos.
“Muchos quedaron colgados en las escaleras y otros estaban en el fondo. Lloré, eran mis compañeros”, dijo el trabajador que se salvó, al igual que otro minero apodado zorro que se libró de la muerte al escapar por una de las chimeneas.
Jhonny sostuvo que solo en las chimeneas había un sistema de escape en caso de ocurrir algún accidente.
Advirtieron riesgos. Saúl Turpo es cuñado de William Cuentas Puma (22) el obrero más joven que llevaba trabajando dos años y que planeaba quedarse otras dos temporadas más, pues tenía la intención de juntar el dinero suficiente para ayudar a su madre y cubrir sus estudios, quería convertirse en efectivo de la Policía.
Según Saúl Turpo, hace cuatro meses William les comentó de algunas fallas eléctricas y pequeños accidentes que se habían registrado mientras laboraban. Estos riesgos fueron advertidos a la empresa, pero aparentemente nada había cambiado. “Si se hubiera hecho alguna mejora, no tendríamos este resultado tan lamentable. Exigimos que se investigue esto a profundidad porque eran nuestros seres queridos”, sostuvo Saúl, que se enteró de la muerte de su cuñado mientras viajaba con sus familiares desde Puno hacia Arequipa, luego de recibir la noticia del incendio a través de las redes sociales.
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¿Eran adecuadas las condiciones de seguridad en las que trabajaban los mineros?
Esa es una de las interrogantes que se ha planteado la Fiscalía en la investigación preliminar que abrió a raíz de la tragedia y según el presidente de la Junta de Fiscales, Ciro Alejo Manzano, la calificación de los presuntos delitos en los que hayan incurrido los responsables, se establecerá tras la evaluación que se haga de las necropsias a los cuerpos y los peritajes en la Mina “la Esperanza II”.
Desde la Gerencia Regional de Energía y Minas, Yakir Rosas, titular de la entidad, sostuvo a través de RPP que nunca se hizo una inspección en la mina para saber las condiciones en las que laboraban los trabajadores.
Aseguró que el factor limitante es la capacidad operativa que tienen para cumplir con la supervisión, pues en el área de fiscalización solo laboran cuatro personas que resulta insuficiente para evaluar la actividad que realizan 17 mil personas autorizadas para desarrollar minería formal en la región Arequipa.
Recién ayer, tras la desgracia, el equipo de fiscalización junto con personal de la gerencia de trabajo y la Sunafil acudieron a la mina para hacer esta labor.
Un comunicado emitido la tarde de ayer por el Gobierno Regional de Arequipa, dio cuenta que en lo que va del año es el tercer accidente que se registra en la mina, en los anteriores hubo un fallecido y un herido leve.
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Retiro de cuerpos. El proceso de identificación y necropsias se hizo con celeridad, pues a partir de las 6 de la tarde, el personal de Medicina Legal procedió con la entrega de los cuerpos. El primero en ser retirado de la morgue fue Elvis Iquiapaza Canaza a quien trasladaron hasta la ciudad de Juliaca, en Puno.
Ángel Jimenez Copari es otro de los obreros que fue retirado por su familia para trasladarlo hasta Kelluyo, distrito de la provincia de Chucuito que está ubicado en la frontera con Bolivia.
Deja tres hijos, dos de ellos menores de edad que viven con su madre.
“Vamos a llevar a mi tío hasta Kelluyo porque allá viven sus papás. Él estaba pensando dejar el trabajo porque soñaba muchas cosas malas con la mina y ahora pasa esto. Es una desgracia para la familia”, sostuvo Christian Chile Jiménez, sumido en el dolor que comparte con los demás deudos de los mineros.