La formación musical desde los colegios y valorar los ritmos tradicionales, como la pampeña, son tareas pendientes en la región. (Foto: Cortesía)
La formación musical desde los colegios y valorar los ritmos tradicionales, como la pampeña, son tareas pendientes en la región. (Foto: Cortesía)

El maestro Augusto Vera Béjar es director de la Orquesta Filarmónica Juvenil de la Universidad Católica San Pablo, pero también ha dirigido prestigiosas agrupaciones musicales de la ciudad. Es un defensor de la enseñanza de la música en los colegios y el rescate de géneros tradicionales como los yaravíes y las pampeñas, desde el hogar y las aulas, incluso usando las redes sociales.


¿Cuándo nace su afición por la música, entiendo que su padre era músico? Nace desde que me concibieron. Mi padre era violinista y compositor, mi madre soprano solista. Todos los días de mi vida estuvieron llenos de música que compartí con mis tres hermanos. Nuestros juguetes eran instrumentos musicales y nuestra única diversión era la música, claro que bajo la mirada estricta de nuestro padre.

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¿Dónde nació y cuál es su formación como músico? No sé si estudié con mi padre, pero estoy seguro de que todo lo aprendí al comienzo de él. Luego vino la Duncker Lavalle, donde me gradué. Después, Argentina y Alemania con grandes maestros. Finalmente, muchos años de experiencia con niños, jóvenes y adultos. Cuando me llaman maestro me preocupo un poco, porque es un gran honor que no sé si merezco.

Su libro “Mi amor, la música” ¿de qué trata?  Es un libro de relatos sobre mi experiencia vital con la música. Los grupos que formé y dirigí, las personas que conocí en el mundo, con quienes hice música de todo tipo, las giras, que siempre resultan inolvidables, y mis maravillosas experiencias como profesor de música. Podríamos decir que son las memorias de alguien que ama la música con pasión.

¿Debería ser obligatorio enseñar música en colegios, como antaño? Los eternos reformadores de la educación deberían saber que los países exitosos en educación mantienen en su currículo no como relleno sino como elemento básico el arte en sus diversas formas. El arte tiene un carácter formativo que ningún reformador se atreve a negar y la música es, de lejos, el arte que más cerca está de la gente

¿Cómo rescatar los géneros como la pampeña, los yaravíes? Tienen que practicarse diariamente, en los colegios, academias, conservatorios, en las radios, televisión y redes sociales. Entre otras palabras tienen que competir con lo importado sobre la base de la familia y la escuela. Nadie quiere lo que no conoce y la responsabilidad está en los padres, la escuela y las autoridades que la mayor parte de las veces no valoran los aspectos culturales.

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Compuso varios himnos, entre ellos de la UCSM, ¿cuáles más?  En realidad, no son muchos. Uno no puede componer himnos como simples canciones. Tiene que estar comprometido y amar a la institución. De otra manera no tiene sentido. Hice el himno de la UCSM, donde me formé, el de mi querido Colegio Max Uhle donde enseñé por más de 30 años, uno para un colegio de Islay, cuya historia conocí, y uno para mi casa actual, la Universidad Católica San Pablo.

¿Hay público para música clásica de calidad? Hoy en día hay público para todo tipo de música. En el aspecto llamado clásico, Arequipa ha evolucionado en forma admirable en los últimos 50 años. Cuando yo tocaba en la Sinfónica de Arequipa, en los años 70, éramos 25, de los cuales siete violines. Hoy la Orquesta Filarmónica Juvenil de la San Pablo tiene 60 músicos, de los cuales 16 violinistas. En la ciudad hay hasta cuatro orquestas que tienen su público.

¿Hay futuros maestros músicos en Arequipa? Puedo decir con enorme satisfacción que en Arequipa hay maestros músicos que llenan el presente y aseguran el futuro.