Escritor Maurizio Medo. Foto: difusión.
Escritor Maurizio Medo. Foto: difusión.

Conversamos con Maurizio Medo sobre el proyecto que ya tiene 12 títulos y que promete varios más y sobre su trayectoria como escritor.

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Háblanos de “El Laboratorio” ¿De qué se trata? El Laboratorio es un espacio de reflexión y acción con respecto a los textos. Me explico, habitualmente en la idea que se tiene de un taller todo pareciera circunscribirse a la prédica del conductor y a la atención de los participantes fungiendo como una feligresía. La diferencia está en que en El Laboratorio no existe tal prédica y no importa la fe de quien asista. Con el trabajo remoto se pudo tratar al texto como centro de atención. Quien acude (con un proyecto bajo el brazo) y quien los acoge trabajamos juntos pensando en el funcionamiento de ese proyecto. Las sesiones son personales (no “personalizadas”). Amén de ello, en El Laboratorio también se organizan cursos que son dictados por profesores del Perú y del extranjero. A todo esto, agregaría el trabajo de acompañamiento que realizamos para la edición del libro en el que puede transformarse el proyecto que el participante trajo consigo después de compartir un proceso. Hemos editado ya 12 títulos y parece que vendrán más.

Tienes varias reediciones de “Manicomio”, ¿Cómo fue el trabajo para ese poemario? El trabajo con Manicomio fue exactamente igual que con los otros libros que pude haber publicado. Lo que importa está en la forma particular de su desarrollo, aunque, conviene advertirlo, yo no creo que Manicomio sea un hit. Es parte de la obra que ya concluí con la publicación de Tren Europa.

¿Cómo influyó tu experiencia dirigiendo Transtierros en tu creación literaria? Muchísimo. Transtierros fue el germen de País Imaginario en la medida que reúne a una buena parte de “escritores de poemas” que no encontrarás en una librería de aeropuerto.

Después de la publicación de “Backstage”, ¿qué descubrimientos importantes hiciste luego de las 18 entrevistas? No quisiera ser un aguafiestas, pero te diría que ninguno. Los entrevistados son autores de obras importantes, y aparecen otros que tiene una valiosa obra en desarrollo. A diferencia de lo que ocurre en los panoramas y antologías, quienes aparecen en Backstage son mis “amigos” (desde un “poeta famoso”, como lo podrían ser Charles Bernstein o Raúl Zurita, hasta una joven como Su Xiaoxiao, quien desde hace unos años desarrolla su obra en París) y en las entrevistas no hablamos (para nada) de esa amistad. Es apenas un pretexto. No sólo hay personas amigas, como es el caso, también existen escrituras amigas.

¿Qué diferencias encuentras entre tu trabajo poético temprano y tu más reciente libro “Tren Europa” (2024)? Tren Europa se sale del ámbito de aquello que tradicionalmente consideramos como lo “poético” —tanto así que aparece en una colección de narrativa e incluso algunos consideran que es un libro de autoficción. Creo que va más allá de eso —que, en realidad, no sé bien de qué se trata. En Tren Europa ato una serie de cabos sueltos que habían quedado sueltos en los libros anteriores. Para ello me valí del auxilio de algo que, generalmente, dejé fuera: lo autobiográfico. El trabajo más exigente fue convertir el tiempo —transcurrido en el Perú—en un espacio, en este caso, el de un tren abandonado.

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