Los recientes ataques contra el Centro Histórico de Arequipa han generado indignación en la ciudadanía y evidencian lo frágil que puede ser el patrimonio frente al descuido y la irresponsabilidad. Pero mientras algunos lo dañan, en la Escuela Taller Arequipa se libra una batalla silenciosa: docentes y alumnos se dedican a conservar, restaurar y transmitir oficios patrimoniales que mantienen viva la identidad de la Ciudad Blanca.
El director de la Escuela, Hugo Gómez, explica que buscan recuperar técnicas que se transmitieron de generación en generación y que estaban en riesgo de perderse. “Estamos revalorando el patrimonio a través de oficios ancestrales. Con metodologías modernas y activas logramos compatibilizar lo antiguo con lo actual”, sostiene.
Actualmente, la institución cuenta con 45 alumnos becados, jóvenes en situación de vulnerabilidad que acceden a formación gratuita en jardinería, carpintería restaurativa, herrería y cantería. Cada curso es guiado por un maestro que no solo enseña una técnica, sino que comparte un legado cultural.
HERRERÍA
En el taller de herrería y forja, el maestro Alipio Otazú enseña un oficio que heredó de su padre y que hoy comparte con las nuevas generaciones. Desde 2011 transmite este conocimiento en la Escuela. “No es difícil enseñar, solo hay que tener paciencia. Cualquiera puede soldar, pero para hacer escultura se necesita creatividad, ingenio y un don especial”, afirma.
Los alumnos aprenden a trabajar con yunque, martillo y fragua, además de técnicas de restauración aplicadas a mobiliario y piezas metálicas que forman parte del patrimonio histórico. Con ello, adquieren la capacidad de reparar barandas, balcones y otros elementos urbanos que, en muchos casos, han sido dañados por el paso del tiempo o la acción humana.
CARPINTERÍA
El cusqueño Wilfredo Vargas, maestro de carpintería restaurativa, lleva más de 25 años en este oficio. Para él, enseñar significa dar a los estudiantes la oportunidad de redescubrir la nobleza de la madera. “El primer módulo es lo más complicado, porque el mal uso de una herramienta puede ser irreversible. Pero una vez que aprenden, los dejo crear. Para mí la carpintería restaurativa es también un arte”, explica.
En sus clases, los jóvenes no solo aprenden a reconocer distintos tipos de madera y a utilizar herramientas tradicionales, sino también a darle nueva vida a piezas históricas. El proceso requiere precisión, respeto por el material y creatividad para adaptarse a los retos que plantea cada trabajo de restauración.
JARDINERÍA
La historia de Gladys Cjuno refleja el poder transformador de la Escuela. Ella fue alumna del taller de jardinería y hoy, tras seis años de experiencia, es docente. “Aquí los estudiantes aprenden desde la producción de plantas y abonos orgánicos hasta el diseño de áreas verdes. Lo importante es tener pasión por la naturaleza. Muchos llegan sin experiencia, pero descubren que pueden emprender en viveros, con suculentas o cultivos”, comenta.
Para Cjuno, la jardinería también es una forma de preservar la belleza de los espacios urbanos y aportar al cuidado del medioambiente. Sus alumnos, además de adquirir conocimientos técnicos, desarrollan una sensibilidad hacia el entorno, algo fundamental en una ciudad que busca mantener sus áreas verdes.
CANTERÍA
En el taller de cantería, los estudiantes trabajan directamente con el sillar, la piedra que ha dado identidad a Arequipa y que constituye gran parte de su Centro Histórico. El maestro José Luis Yucra guía el proceso de tallado y restauración, enseñando técnicas que permiten conservar fachadas y elementos arquitectónicos coloniales.
Los alumnos de cantería no solo aprenden a dar forma al sillar, también participan en acciones de limpieza de grafitis y pintas en los muros patrimoniales. De esta manera, los talleres no se quedan en la teoría, sino que aportan de forma directa a la recuperación de espacios que han sido dañados.
GUARDIANES
La labor de los docentes no se limita a transmitir un oficio, sino también a acompañar a los jóvenes en un proceso de transformación personal. Con paciencia y vocación, logran que muchos alumnos descubran habilidades que desconocían y encuentren en ellas una posibilidad de futuro.
En tiempos en que el patrimonio enfrenta amenazas constantes, los maestros de la Escuela Taller Arequipa se erigen como verdaderos guardianes. Con paciencia, talento y vocación, forman a jóvenes que mañana serán los continuadores de oficios que mantienen viva la memoria de Arequipa.
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