Mujeres altoandinas preservan saberes ancestrales. Foto: GEC.
Mujeres altoandinas preservan saberes ancestrales. Foto: GEC.

En las alturas de la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, un grupo de mujeres lucha por mantener viva la tradición textil.

Bajo un intenso frío, con mucha paciencia y sabiduría ancestral, ofrecen sus productos hechos a mano a los turistas que hacen ruta hacia el valle del Colca.

Se trata del Grupo de Interés Artesanal, una organización que reúne a más de 14 asociaciones de tejedoras de diferentes comunidades altoandinas. La presidenta, Delfina Torres López, cuenta que su asociación existe desde hace dos décadas, pero recién en los últimos años pudieron abrirse paso al mercado con mayor visibilidad.

“Nosotras vivimos de nuestras alpacas, pero también tejemos a mano como lo hacían nuestros abuelos. Estamos recuperando sus artes, sus colores, su técnica. Es algo que no podemos dejar perder”, relata con orgullo.

DEDICACIÓN

Las mujeres producen chullos, guantes, fajas, carteras y otros artículos de fibra de alpaca, usando técnicas de hilado tradicional, pero que ellas consideran que nunca moriran.

Las tejedoras pertenecen a comunidades como Tambo Cañahuas, Pampa Cañahuas y Guayacucho a casi una hora y media de la ciudad de Arequipa. En total, son más de 300 mujeres organizadas, cada grupo tiene entre 10 y 40 integrantes, dependiendo del anexo. Viven a más de 3,800 metros sobre el nivel del mar, el frío ya es parte de ellas.

Gracias al apoyo de sus esposos y con fondos propios, las mujeres construyeron su local comunal a un costado de la carretera al Colca, donde los turistas suelen detenerse.

Allí venden sus productos dos veces por semana, turnándose en tres grupos para no descuidar sus hogares ni sus animales. “Cada grupo va con 12 personas. Nos organizamos bien. A veces toca caminar, a veces ir en camioneta”, explica la presidenta.

APOYO

Pese al entusiasmo de las artesanas, ellas manifiestan que las ventas disminuyeron considerablemente desde la pandemia.

Según Delfina, antes del 2020 los turistas llegaban con más frecuencia, compraban varios productos y valoraban el trabajo artesanal. Hoy, el flujo turístico es escaso y muchas veces no logran cubrir ni el costo del transporte.

“A veces vendemos uno, a veces nada. Pero igual vamos. Nos turnamos, no nos desanimamos. Lo que hacemos es parte de nuestra identidad”, afirma.

Además, el grupo viene innovando con tintes naturales y lograron teñir hilos con hierbas como cochinilla y molle. “Antes todo era sintético, ahora ya usamos lo nuestro”, agrega.

Uno de sus grandes desafíos es la falta de promoción turística en esa parte de la ruta. Aunque muchos turistas pasan rumbo al Colca, pocos conocen la historia de estas comunidades que ofrecen productos originales, hechos a mano y con identidad cultural. Ellas manifiestan que también se capacitan para dialogar con extranjeros.

Además del tejido, las mujeres también están aprendiendo a gestionar su emprendimiento, mejorar su presentación y a diversificar su oferta para incluir souvenirs, bolsos, mantas y prendas utilitarias.

“Nos apoyan algunas entidades con las capacitaciones o ferias y estamos agradecidas”, afirman.

Para estas mujeres, el turismo ya no es una promesa, sino una lucha diaria. Sin importar el frío ni las distancias, siguen hilando historia con cada fibra. Desde las montañas de la reserva, su arte no solo abriga, también resiste. Ellas estarán presentes en la feria “Hilos de Altura II”, actividad que se llevará a cabo del 14 al 18 de julio en la plaza de Yanahuara.

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