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Arequipeño de corazón, como solía decir, José Ruiz Rosas siempre pidió que cuando le toque partir de este mundo, sea la Ciudad Blanca su último refugio.

Tal vez nunca imaginó que su triste deceso sería un motivo para que sus amigos e intelectuales se reúnan a recordar sus obras poéticas, pero sobre todo, su noble corazón y desprendimiento.

No fue raro notar la presencia del expresidente regional de Arequipa, Juan Manuel Guillén, quien en pocas oportunidades participa de eventos públicos, pero esta fue una excepción ya que conoció al vate. Acongojado y con los ojos llorosos conversaba con los familiares y amigos con los que coincidió en el triste momento.

Acompañó a la familia por un lapso, pero antes de dar inicio al sencillo homenaje se retiró acompañado de su esposa Nora Solis.

Agradecidos. Rolando Ruiz Rosas Cateriano, hijo del poeta, agradeció a nombre de su familia a todas las autoridades y amigos que se acercaron para darle el último adiós a su padre.

“Acá tuvo a sus amigos más queridos, siempre quiso que lo traigan a Arequipa y por eso hemos cumplido con su deseo. Es reconfortante poder verlos acompañando en este momento”, indicó.

Recordó que a la edad de 20 años llegó a la Ciudad Blanca donde tuvo una vida tranquila durante sesenta años, luego a los ochenta por un tema de salud se fue a Lima, retornando por última vez a los 90 años.

Teresa Cateriano, la fiel compañera de José Ruiz Rosas, agradeció a las autoridades que entregaron reconocimientos recordando que él siempre fue un arequipeño de corazón.

El homenaje se realizó a las 12:30 horas en el Museo Municipal y posteriormente el cortejo fúnebre se dirigió al Parque de la Esperanza en Cerro Colorado, lugar donde ahora descansa en paz.

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