La supervivencia humana y los robots
La supervivencia humana y los robots

¿Puede la Inteligencia Artificial (IA) ser racista? La pregunta engloba varios componentes que tienen que ver con el procesamiento de datos que determinan perfiles de clasificación de consumidores o usuarios. Sin embargo, para el científico arequipeño y gerente sénior de Investigación en Capital One (California), el problema no es la tecnología, sino el hombre.

“El problema es el ser humano, que crea y refuerza estereotipos. Lo que estamos viendo en este momento es algo que ya pasó. Lo que sucede es que cada revolución industrial utilizó una técnica o una herramienta para generar cambios en la sociedad de manera significativa. Sucedió con la máquina al vapor, que fue la primera revolución industrial; la electricidad, que fue la segunda y la electrónica, que fue la tercera”, explicó Florez haciendo ver que países como Inglaterra, Francia o Estados Unidos, se volvieron potencias al tomar ventaja de estos fenómenos.

La Inteligencia Artificial (IA) es la cuarta revolución industrial y son precisamente los países con mayor crecimiento los que más oportunidades y precauciones ha comenzado a tomar, en tanto que naciones como el Perú, que serán las que más perjuicios tendrán por este avance, no asumen un papel protagónico en el cambio.

DE PELÍCULA. La información que cada quien sube constantemente en internet define al usuario en diferentes categorías que posibilitan que las corporaciones determinen dónde y a quienes quieren dirigir sus servicios, excluyendo a aquellos que por su raza, color o cualquier otra circunstancia, no encajen en determinada clasificación.

Peor aún, si uno realiza una búsqueda en la red sobre alguna ocupación, puede encontrar fotografías o informaciones que identifiquen cierto tipo de personas. Por ejemplo, un taxista debe ser de un país subdesarrollado, con ciertos colores de piel, condición social y género, lo que refuerza los estereotipos comunes.

A la larga, será así (sin un criterio de justicia) como se seleccione quienes deben ser incluidos y quienes excluidos en una determinada circunstancia.

Pero este no es el único problema de discriminación en la tecnología. La aplicación de AI depara un futuro aún más incierto en la humanidad, y tiene que ver con el reemplazo de la mano de obra humana por la robotizada, un hecho que está comenzando a sentirse y que, en dos décadas, será de connotación masiva.

Por ejemplo, una de las empresas más grandes de ensamblaje de celulares en China requiere de trabajo manual para el armado de los móviles, pero acaba de despedir al 90% de sus trabajadores para reemplazarlos por robots. Cuando esto pasó la productividad se incrementó 250%.

“Esta cosa que parece muy poco ética se podría pensar que no funciona, pero en realidad lo hace muy bien. Es decir, nosotros como ingenieros tenemos que empezar a automatizar cosas, a mejorar la eficiencia, pero lo que pocas veces vemos es que estas cosas tiene un impacto y este es el desempleo, por ejemplo. Ahí es donde surge el componente ético, si lo que yo hago genera un desempleo, ¿qué hago para que esto cambie'”, detalla el científico.

El impacto está a la vuelta de la esquina. En Estados Unidos y otros países, los trabajos mayormente reemplazados son aquellos efectuados por latinos. La realidad demuestra que los robots pueden asumir el 83% de los empleos donde se paga menos, es decir trabajos de migrantes o en países latinoamericanos.

“Somos uno de los países donde se sufrirá el mayor impacto de este cambio y no hacemos nada. No estamos asumiendo políticas de Estado de IA que tendrán efecto en 20 años. El futuro está cercano y aún no sabemos cómo lo vamos a enfrentar”, agregó.

Omar Florez fue uno de los participantes en el Hay Festival en Arequipa. 

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