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En la cruz, desfalleciendo, el hijo de Dios pronunció siete frases que quedaron en la memoria de los creyentes y que cada año se recuerda en Viernes Santo durante el Sermón de las Siete Palabras.

Cada oración transmite un mensaje de dolor y resignación vividos por Cristo luego de ser crucificado, así como su esperanza en la humanidad, pues "tanto amo Dios al mundo que entregó a su único Hijo para limpiarnos del pecado", afirma la iglesia.

Cada año, el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús, va acompañado de la meditación que ayude a entender el significado de las siete palabras en la coyuntura actual.

En esta oportunidad, autoridades del Poder Judicial, Ministerio Público y Defensoría del Pueblo expresaron sus reflexiones.


Siete Palabras:

Primera: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen"

Dr. Hugo Ramos Hurtado, presidente de la Junta de Fiscales Superiores de Arequipa

El mensaje que trajo Cristo al mundo era evidentemente de paz y de concordia, pese a todos los sufrimientos y padecimientos del que fue objeto por parte de sus congéneres. En ese sentido, Cristo con una sapiencia celestial esboza en la parte más profunda de su ser el perdón, que no solo abarca a quien profiere una ofensa, un castigo, sino el perdón en su mayor expresión, un camino de espiritualidad de todas las personas en todo el mundo.

Los seres humanos no hemos aprendido a perdonar. Nos consideramos que podemos ser objeto de perdón por muchas circunstancias y errores, pero no hacemos un examen interno, una instrospección, en el cual pongamos como responsabilidad nuestra el perdonar a los demás. Si logramos ese balance considero que como personas vamos a ser mejores y eso se trasluce a la sociedad que va ser mejor y bajo esa óptica viviremos en la paz que Cristo siempre ha querido para nosotros.

Segunda: "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso"

Dra. Virginia Aquize Díaz, fiscal superior Civil y Familia de Arequipa


La inmensa bondad y misericordia de Jesús es tan grande que va más allá del enorme sufrimiento que padeció en la crucifixión y se ve claramente plasmadas en la segunda palabra dirigida al ladrón que fue crucificado a su costado, de quien apreció no todo lo malo que hizo durante su vida, sino su arrepentimiento; por ello el perdón de Dios es reflejo de su inmenso amor por la humanidad y está dispuesto a dárnoslo siempre. Como un padre bueno que a pesar de estar derramando sangre, muestra su auténtica preocupación por la salvación de sus hijos que se arrepienten de corazón y buscan la reconciliación, aún en el último momento de sus vidas. Obviamente que el arrepentimiento debería llegar mucho antes, pero no porque al final de la vida no sería perdonado, sino porque solo viviendo una vida llena de amor por los demás, respetando a todos los seres humanos, en especial a los más desválidos, siendo solidarios, honrados, justos y buenos, respetando a la naturaleza, podremos realmente alcanzar la tan ansiada felicidad. 

En realidad el pobre ladrón arrepentido vivió su condena en la tierra llevando una vida oscurecida por el mal, nunca pudo ser realmente feliz, y ad portas de su muerte, recién toma conciencia de la vida de pecado que había tenido, se arrepiente y es perdonado, él reconoce que merecía esa condena y reconoce también la injusticia que se estaba cometiendo con alguien bueno como Jesús y pese a ello fue condenado a morir en la Cruz.

Tercera: "Mujer, ahí tienes a tu hijo. [...] Ahí tienes a tu madre."

Dra. Cecilia Ampuero Riega, presidenta de la Junta de Fiscales Provinciales de Arequipa

En estas palabras, Jesús nos hace entrega de su madre, la Virgen María, pero también nos pone a nosotros al cuidado de ella.María es la puerta de ingreso al cielo, nos dice la Biblia, y mediante ella podremos llegar a tener una vida llena de plenitud. Lo que quiere María, y quieren todas las madres del mundo, es que seamos protagonistas de nuestra vida, vivir en paz, amor y solidaridad, sin llegar a convertirnos en el obejto de otras personas. Cuando observamos a Jesús en la cruz, no solo vemos el sufrimiento y padecimiento, sino su entrega de amor al momento de darnos a María como madre nuestra.

En el trabajo diarios de los fiscales vemos casos de violencia, vemos el sufrimiento de mujeres, hombres y niños. La Virgen María nos invita a asumir esa responsabilidad de ser nosotros los actores para seguir el camino a la felicidad junto a su compañía. Es la Madre de Dios quien nos cuidará y protegerá.

Cuarto: "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?"

Dr. Carlos Polanco Gutierrez, presidente de la Asociación de Magistrados de Arequipa

La labor diaria está llena de dificultades a enfrentar en la casa, el trabajo y en todo lugar; por ello, no es raro sentir que faltan fuerzas y que todo está en contra: litigantes descontentos, abogados quejosos, noticias desagradables y más. Momentos así nos recuerdan que hasta el propio Cristo, en su lado más humano, se sintió abandondado por el Padre Eterno; sin embargo, con los años vividos comprendemos que ello es un error, derivado de la falta de oración y fe. Dios no abandona, sucede que las personas se alejan de Él, sobre todo en los triunfos y en las angustias se quejan por no encontrarlo: tanto alegrías y penas tienen un mismo actor, será la fe de cada uno la que permite sentir a Dios en toda ocasión.

Somos conscientes que esta sensación de abandono, también está los litigantes, cuando en busca de justicia, ven pasar el tiempo sin resultados o con fallos adversos; pero así como es necesario estar cerca de Dios y tenerlo presente, debe uno acercarse a su proceso judicial. Se necesitan litigantes diligentes, que controlen su proceso y aporten las pruebas que hacen falta; el resto será labor de jueces.

Quinto: "Tengo sed”

Dr. Johnny Cáceres Valencia, presidente de la Corte Superior de Justicia de Arequipa

La quinta frase trae como mensaje el quejido y lamento de Cristo pidiendo ayuda y socorro a una necesidad humana, que hoy provoca un dolor real en nuestros hermanos que sufren de pobreza extrema, que sufren humillaciones, pues viviendo una imaginación irreal y en una necesidad de sed buscan alcanzar el respeto a sus derechos, con equidad y sin imaginar al otro hermano; ya que Jesús siempre fue hermano de los más pobres y de los más humildes de nuestra raza. La sed de Jesús no es un grito de queja, de desesperación, de rebelión, de injusticias; sino que es una sed de justicia, entendida como esa sed de alcanzar la paz; sin embargo, hoy en nuestros tiempos, la humanidad en lugar de buscar la redención en la sangre de Jesús genera violencia, discrimina, humilla, maltrata a los hombres que en su condición de hermanos hacen de él nuestro propio calvario; por ello, es nuestra sed de Jesús, una realidad íntima y espiritual que busca apagar el mal universal. Busquemos esa necesidad de calmar la sed del hambre y la miseria para que mañana más tarde todos juntos alcancemos la redención de nuestras almas.

Sexto: "Todo está consumado”

Abog. Yanny Gordillo Manrique, comisionada de la Defensoría del Pueblo.

Estas palabras podrían ser confundidas como una frase del momento ya que Jesús había sufrido mucho y estaba a punto de morir, pero no quieren referirse a eso. Habla del cumplimiento de la promesa que desde el Antiguo Testamento Dios reveló a algunos profetas donde describía la misión que cumpliría Jesús para salvar la humanidad del pecado. El sacrificio de Jesús en la cruz es la muestra de amor más grande, pues siendo Dios se hizo hombre y se sacrificó en la cruz pagando por nuestros pecados. Sus palabras se convierten en un grito de victoria donde se ha consumado la profecía y ha salvado a la humanidad de su pecado. Sus palabras nos llevan a la reflexión, pues por amor Jesús se entregó para salvarnos, para que la humanidad tenga ese acceso a la vida eterna y estar liberados. Lo hizo a pesar de todo el sufrimiento que pasaría, porque sufrió y sintió como humano hasta la muerte, pero la venció y triunfó. Debemos mantener esa salvación de nuestra alma a través de nuestras buenas acciones y continuar con la salvación que Dios nos regaló.

Séptimo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”

Dra. Rita Valencia Dongo

Son las últimas palabras del salvador de la humanidad que con humilada se dirige a su padre, el divino hacedor del universo, para entregarle su espíritu en la hora final de su agonía cuando su cuerpo maltratado ya no le acompañaba más.

Como pudiéramos imitarlo cada día, cuando las tribulaciones parecieran rebasar nuestras fuerzas, cuando tenemos dudas respecto de nuestra fe, cuando necesitamos un consejo para resolver nuestros problemas y los de nuestros semejantes, cuando queremos encontrar la verdad y nos damos cuanta que la tarea es ardua, cuando buscamos la felicidad en las cosas materiales y vanales de la vida y no la hallamos porque nuestro espíritu no tiene sosiego, si entonces nos entregamos a él, encotnraremos la paz que nos permitirá aspirar a una vida mejor.

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