Los terremotos como forma de vida para los arequipeños
Los terremotos como forma de vida para los arequipeños

La ubicación de Arequipa en el denominado Cinturón de Fuego del Pacífico, es la causa de los sismos constantes. El terremoto más recordado de las últimas generaciones, sin duda, es el ocurrido el 23 de junio del 2001, cuando el movimiento de 6.9 grados de magnitud provocó la muerte de la menos 75 personas, incluyendo a las 26 que perdieron la vida a consecuencia del tsunami que se registró en la provincia de Camaná.

Según el informe consolidado del Centro Nacional de Datos del Instituto Geofísico del Perú, se reportó la desaparición de 64 víctimas, 2 mil 700 personas damnificadas, 17 mil 500 casas destruidas y 35 mil 550 dañadas en la provincia de Arequipa, Camaná y la región Tacna.

El epicentro del movimiento fue a 82 kilómetros del distrito de Ocoña en Camaná, pero su impacto se registró en Mollendo en Arequipa, así como en las regiones Ayacucho, Moquegua y Tacna.

Las imágenes que dieron la vuelta al mundo de este hecho fueron de la caída de las torres de la catedral, pero estas fueron restauradas así como las miles de casas que colapsaron en diferentes zonas de Arequipa.

La Ciudad Blanca no solo se levantó de este terremoto, sino también de otros movimientos que quedaron registrados en documentos. En el Catálogo General de Isosistas para Sismos Peruanos publicado en el año 2016 por Hernando Tavera, Consuelo Aguero, Efraín Fernández, cita que en el siglo XVI, el 22 de enero de 1582, en Arequipa se registró un sismo de 7.9 grados. En el texto Historia Sísmica de los Andes Memorables, escrito por el conde de Montessus de Ballore, director del Servicio Sismológico de Chile (II Edición) señala que más de 300 casas y varios templos cayeron y 30 personas fallecieron sepultados entre los escombros. El fray Diego de Mendoza, informó a España que un terromoto asoló toda Arequipa.

El 2 de julio del mismo año, hubo otro movimiento, el remezón se sintió hasta en Lima. En esa época, el confesor del entonces Rey Carlos V, San Pedro de Alcántara, prohibió el ingreso a las viviendas con seis varas de altura.

El 24 de noviembre de 1604 fue un temblor de 8.4 grados, aunque muchos difieren de la fecha entre noviembre y diciembre, lo cierto es que ese año, con excepción del convento de San Francisco, las viviendas de Arequipa quedaron destruidas.

En 1784, el 13 de mayo, la ciudad fue sorprendida por otro terremoto y las viviendas ubicadas en los distritos de Cayma, Uchumayo, Vítor, Siguas quedaron derrumbadas. Los estractos históricos indican que fueron tres movimientos de larga duración con más de un minuto que provocaron las consecuencias más nefastas del momento. Se dice que las habitaciones del segundo nivel cayeron todas. En la catedral, parte de la bóveda cayó sobre el órgano, de igual forma, la pequeña capilla del colegio seminario San Jerónimo se desprendió, mientras que sus aulas quedaron inhabitables.

Parte del portal San Agustín, las torres de la La Compañía, quedaron dañadas, pero las del templo Santo Domingo quedaron en el piso y las celdas y claustros del convento, con fisuras, razón por la cual los religiosos armaron un altar en la calle para celebrar las misas y se mudaron a las tiendas cercanas por temor a las réplicas.

El convento de Monjas Santa Catalina fue uno de los pocos recintos que soportó el movimiento. Se señala que en esa época había aproximadamente 500 personas albergadas en el inmueble. Según el texto de memorias cintíficas y literarias, en general, este terremoto causó la muerte de 28 personas, 460 heridos, 799 viviendas destrozadas y mil 663 rajadas.

En los años posteriores, Arequipa continuó soportando más sismos como los registrados en agosto de 1869, enero de 1878, 5 de agosto de 1932, los demás fueron considerados temblores que no registraron daños catastróficos, como los antes descritos.

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