La catedral es imponente por su belleza. (Foto: Correo)
La catedral es imponente por su belleza. (Foto: Correo)

Luego de fundarse la “Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunción del Valle de Arequipa” el 15 de agosto de 1540, se construyó provisionalmente una iglesia parroquial con el título de “San Pedro” nombre que dio a la parroquia el obispo del Cusco, don Fray Vicente de Velarde.

Esta primigenia iglesia se ubicó donde hoy está la . Pero, antes de llegar al actual edificio, se conoce que luego de ese templo se construyó una Catedral colonial, que fue concluida en 1656 y destruida por un incendio en 1844.

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La es considerada como uno de los primeros monumentos religiosos del siglo XVII en la ciudad. Se construyó en sillar con bóvedas de ladrillo y es el santuario principal de la ciudad que ocupa todo el lado norte de la Plaza de Armas. Exhibe un estilo neorrenacentista con cierta influencia gótica. Su fachada está constituida por setenta columnas con capiteles corintios, tres portadas y dos grandes arcos laterales, mide 180 pies de largo por 84 pies de ancho (84,86 m por 25,6 m), y está rematada por dos altas torres renacentistas y estilizadas.

Su historia abarca diferentes etapas, pero el gran arco de la última construcción se inicia con un desafortunado incidente: 1 de diciembre de 1844 un gran incendio destruyó varias partes de la iglesia y muchas pinturas, esculturas y muebles, así como varias bóvedas y pilares.

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Nueva construcción

El 15 de diciembre de ese mismo año se iniciaron las obras de reconstrucción, bajo la dirección del obispo José Sebastián de Goyeneche y Barreda, y su hermano Juan Mariano de Goyeneche. La dirección técnica fue encomendada al arquitecto Lucas Poblete. Una parte de la nueva estructura fue reconstruida sobre la antigua iglesia de San Juan (destruida en 1784).

El obispo Goyeneche encargó, a su costa, la producción de varias joyas y piezas para adornar la Catedral al joyero español Francisco Moratilla, que entonces era joyero de la Reina de España. Los sobrinos del Obispo (el conde de Guaqui, las duquesas de Goyeneche y de Gamio y José Sebastián de Goyeneche) regalaron a la catedral el altar mayor. En siguientes entregas seguiremos narrando la historia del mayor y más significativo edificio de nuestra ciudad.