En 1959, Margarita Lucía Vizcarra (60) tenía 4 años y jugaba en la puerta de su casa con una pelota que se le escapó de las manos. El balón fue a parar al medio de la pista, donde quedó dando botes. Ella corrió a recogerla sin percatarse que un automóvil transitaba a toda velocidad, lo último que recuerda es el chirrido de las llantas.
“Los doctores dijeron que había perdido parte de la lengua y mi mandíbula estaba destrozada. Yo recuerdo, a pesar de los pocos años que tenía, a mi madre arrodillada a los pies de mi cama rezando a una imagen del Señor de los Milagros que había puesto en una mesa de noche”, comentó.
Los días y meses pasaron sumergiendo a la familia Vizcarra en una depresión total.
Sin embargo, un día Margarita, luego de constantes terapias y dos intervenciones quirúrgicas, pudo hablar de nuevo, dice que por milagro del señor.
“Yo lo sentí en mi corazón. Era una sensación única que no he vuelto a experimentar. Me sentí como si hubiera nacido otra vez. Ya me había hecho la idea de no pronunciar palabra alguna nunca más”, dijo.
Los milagros que otorga el Cristo Moreno son muchos y la fe que desbordan sus devotos es inagotable.
El cuarto recorrido de la santa imagen comenzó ayer en el Monasterio Santa Teresa y concluyó en el santuario de Cayma.