Pese a su avanzada edad no se rinde y lucha cada día para salir adelante. Foto: GEC.
Pese a su avanzada edad no se rinde y lucha cada día para salir adelante. Foto: GEC.

En la puerta de entrada del mercado Nueva Esperanza, uno de los más grandes de la plataforma comercial de Andrés Avelino Cáceres, esperan decenas de adultos con sus carretas para ganarse unos soles diarios cargando las bolsas de los comensales. Una de ellas es María Isabela Condo quien a sus 60 años continúa trabajando.

Su día inicia a las 4:00 horas, se despierta, se cambia y coloca tres chompas de abrigo, un pantalón grueso y unos zapatos que le regaló su hijo. Toma una combi desde Cayma que la lleva directo a la plataforma comercial Andrés Avelino Cáceres. Recoge su carreta de un local donde siempre la guarda y se traslada a la puerta de entrada del mercado Nueva Esperanza.

Espera a sus ‘caseritos’ -personas que ya la conocen- para trasladar sus bolsas llenas de productos que compraron. Pese a que la carreta es más grande que ella, María demuestra su destreza y fuerza para no tener ningún inconveniente. Con una sonrisa y amabilidad infaltable trata a todos los que toman su servicio, que cuesta un sol.

A las 13:00 horas, María guarda su carreta, regresa a su hogar junto a su esposo, quien le gana por tres años y también se dedica a lo mismo. En un día bueno puede sacar hasta 60 soles, pero usualmente es la mitad. Ella siempre espera emocionada los fines de semana, ya que hay más concurrencia de clientes.

HISTORIA

María es natural de Puno y su madre la trajo a Arequipa cuando tenía tres años para buscar ‘un futuro mejor’. Pese a que no tuvo una infancia feliz, ya que no jugó como otros ni estudió como quería, nada la desanimó. Por el contrario, desde los 13 años empezó a trabajar.

No todos sus jefes fueron buenos, se aprovecharon muchas veces de ella. La hacían trabajar más de 12 horas y al final no le pagaban lo que correspondía. Solo se quedaba callada, lloraba sin contarle a su madre y empezaba a buscar otro trabajo. Se desempeñó en varios oficios como ayudante de cocina, vendedora, entre más.

Luego conoció a su pareja y tuvieron dos hijos que actualmente sobrepasan los 30 años. El esfuerzo fue el doble, para conseguir su casa y lo que más anhelaba era hacer estudiar a sus pequeños, lo que logró. Es ahí donde sus amigos le dicen que se ganaba bien llevando productos en una carreta de carga.

Sin pensarlo dos veces y a sus más de 30 años, María decide invertir en lo que se convirtió en su herramienta de trabajo hasta la fecha. Ella veía como los hombres llevaban sacos de papa, cebolla y en su mente repetía: “Yo también puedo hacerlo”. Sus palabras se hicieron realidad.

Recuerda que llegó a cargar tres sacos de papa que pesaba 120 kilos cada uno, las personas la miraban con admiración, ya que con sus 1.50 centímetros de tamaño tenía mucha fuerza, que conforme pasó el tiempo se fue desgastando. Ahora solo puede cargar hasta cinco bolsas llenas de mercado.

TEMOR

María pese a su alegría que desborda y trata de ocultar su tristeza, tiene un problema con el pulmón, en ocasiones no puede dejar de toser. Ella prefiere no saber o se hace la desentendida, porque teme que la internen y acabe sus días en un hospital. Aún vive con sus dos hijos y no quiere preocuparlos.

Aunque debería estar descansando, María se niega a hacerlo mientras tenga fuerzas, pero también es la necesidad que la obliga a salir de su hogar cada mañana. Ella no recibe pensión ni ningún apoyo del Estado, sus hijos trabajan, pero nunca le dijeron a su madre: ‘descansa’.

No cuenta con celular, pero si deseas llevarle algún regalo o canasta, ella te lo recibirá con todo el amor posible. “Tengo fuerzas aún y las ganas de trabajar no me las quita nadie. Yo estoy todos los días aquí por si me quieren visitar. A los jóvenes les digo que no se rindan y valoren su trabajo, no dejen que los menosprecien”, es su mensaje.

Así que si pasa por el mercado Nueva Esperanza, con su carreta, puede acerarse, darle una ayuda o solicitar su servicio, este pequeño pago puede significar mucho para una mujer que no se rinde a la adversidad y que lo único que quiere es seguir sonriendo.

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