La Red de Estudios para el Desarrollo (REDES) ha identificado que, en Arequipa, más de 703 mil personas (44% de la población) enfrentan una realidad económica difícil que pone en riesgo su bienestar y calidad de vida. De ese grupo, casi 251 mil arequipeños ya viven en situación de pobreza, según reporte del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Pero no son los únicos en riesgo. Hay otras 452 mil que, aunque técnicamente no son pobres, están a solo un paso de caer en ella. Se trata de personas con vulnerabilidad económica que, ante algún evento adverso, pueden ver limitada su capacidad de gasto y terminar cayendo en la pobreza.
Basta con alguna enfermedad grave dentro de la familia, la pérdida del empleo, la quiebra de un negocio o una mala cosecha para que su situación realmente se complique. Con estas cifras, se concluye que casi la mitad de los habitantes en la región viven en pobreza o están en riesgo constante de caer en ella.
En este contexto, preocupa aún más que Arequipa sea la región donde más ha aumentado esta condición en el país. “A nivel nacional, la pobreza bajó ligeramente en 2024 como un efecto rebote, luego del mal año económico que se vivió en 2023. Sin embargo, en Arequipa ha ocurrido lo contrario: la pobreza volvió a subir. Solo tres regiones del país han visto un aumento, y Arequipa es una de ellas”, señaló Patricio Lewis, economista de REDES.
El especialista explicó que, aunque la economía arequipeña tuvo un crecimiento leve en 2024, no fue suficiente para mejorar la situación de las familias. Sectores importantes como la agricultura, la minería y la manufactura —que generan mucho empleo— registraron caídas el año pasado.
“Además, los ingresos de las personas apenas aumentaron y ese pequeño avance fue minimizado por el alza del costo de vida. ”Por eso las familias no sienten ninguna mejora. La situación en la región sigue siendo peor que antes de la pandemia, y si seguimos avanzando tan lento, podrían pasar hasta 20 años para volver al nivel de pobreza que tenía Arequipa en 2019, que era de solo 6%”, advirtió.
Recordemos que la pobreza monetaria se calcula según lo que una familia puede gastar, no solo por lo que gana, sino por cuánto puede cubrir en alimentos, transporte y otros gastos básicos. Hoy, de acuerdo con datos a nivel nacional, se estima que una familia peruana necesitaría contar con al menos S/1,816 para su subsistencia. Si su capacidad de gasto está por debajo de ello, se considera que la familia se encuentra en condición de pobreza.
Uno de los factores que más obstaculiza ese progreso es el empleo, y en específico la falta de empleo formal. “Para impulsar la creación de trabajos de calidad, es fundamental incentivar la inversión privada, especialmente en sectores estratégicos con alto potencial, como la agricultura y el turismo. Sin embargo, para que esto ocurra, se requiere estabilidad política, confianza empresarial y un marco normativo claro y predecible. Sin empleo formal y bien remunerado, es prácticamente imposible reducir la pobreza”, indicó el economista.
Precisamente, el 98% de quienes viven en pobreza extrema trabajan en el sector informal. Este grupo, que incluye a unos 26 mil arequipeños, no pueden cubrir una canasta mínima de alimentos (S/ 1,024 para una familia). Además, son quienes más sufren por la falta de comida, problemas de salud y dificultades para acceder a una buena educación. A ello se suma un acceso muy limitado a servicios básicos: solo el 17.3% tiene agua segura, y menos del 20% cuenta con conexión a internet, reduciendo sus posibilidades de desarrollo.
BALANCE NACIONAL
En el país, el 28% de la población vive en condición de pobreza, mientras que otro 32% se encuentra en condición de vulnerabilidad económica, es decir, en riesgo de caer en ella. Cajamarca sigue siendo la región con mayor incidencia, alcanzando al 45% de su población. En lugar de mejorar, sus cifras han aumentado en el último año (+0.5%). Del mismo modo, Loreto enfrenta una situación grave, con el 43% de su población en pobreza.
En ese sentido, los ámbitos geográficos con mayor pobreza son la sierra rural y la selva rural, donde la pobreza alcanza el 42.5% y el 37%, respectivamente. La falta de empleo formal y servicios básicos limita las oportunidades, al igual que el acceso restringido a salud, la precaria infraestructura educativa y la baja presencia del Estado.
“La lucha contra la pobreza requiere el despliegue de distintas acciones. Es fundamental que el Estado implemente una estrategia integral que enfoque sus intervenciones en cerrar brechas en áreas con mayores desafíos estructurales. No se trata solo de aumentar la inversión, sino de hacerlo de manera estratégica, con enfoque en las provincias más golpeadas y reglas claras. La colaboración entre el Estado y el sector privado es clave para crear oportunidades sostenibles y promover un desarrollo inclusivo”, concluyó Lewis.
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