Miguel Cordero, artista visual arequipeño. Foto: Cortesía.
Miguel Cordero, artista visual arequipeño. Foto: Cortesía.

POR: BORIS DEL CARPIO

Miguel Cordero Velásquez, nacido en Arequipa en 1966, es artista visual, editor y coleccionista de archivos fotográficos peruanos.

Como parte de su actividad artística, ha publicado: “Versión japonesa de una caricia dentro de un ventilador público” y “Cantos Contaminados Alejandrinos en el río Chili” y el libro “Jedeque: El retorno del Cordero”. El año 2018, expuso parte de su variada colección fotográfica en la muestra “Emilio Díaz: Esplendor del retrato fotográfico en Arequipa 1893 – 1920”. Nacido en 1870, el fotógrafo y pintor Emilio Díaz recibió el reconocimiento internacional por la calidad de sus retratos al ser galardonado con una medalla de cobre en la Exposición Universal de París de 1900.

En esta entrevista, repasamos su trabajo y el tesoro que nos quiere dejar.

¿Cuál es tu principal objetivo como artista visual? En la obra, metaforizar sin dramatizaciones el tiempo y espacio que me corresponden y, en la vida, estar en lo posible en actitud de poesía permanente. El arte es un confesionario para la redención personal y, como tal, es un proceso de exorcismo colectivo. Por ejemplo, tengo unas “oraciones de salvación eterna”, iniciadas el 1 de enero de 2018 las cuales invariablemente sigo “rezando” a diario hasta hoy.

¿Cuál fue tu principal motivación para crear el libro Jedeque? “Jedeque: El retorno del Cordero”, es la materialización de un camino hacia el sinsentido y es, del mismo modo, un incentivo de persecución a las utopías. Debo admitir que, una vez que fue publicado, la muerte dejó de ser una sentencia condenatoria.

¿De qué forma un artista visual puede aprovechar mejor la era digital? Estoy seguro de tres instancias: la mayoría se rascará la espalda con un mouse o un lápiz digital, las sillas serán más ergonómicas y los oculistas viajarán con bastante frecuencia a Miami. La era digital democratizará el uso de la imagen de forma masiva, como en menor medida lo fue el empleo del rollo de 35 mm en las cámaras fotográficas “Kodak”. Mucho de ello será efectismo puro, pirotecnia de bombardas hasta que, como en todo, se cierna el trigo para un buen pan. Entretanto, yo seguiré siendo un primitivo.

¿Cuál fue el legado de Jaime Antillaque? ¡La honestidad! En algún momento la gente entenderá que fue el referente de su generación. Lo previo fue senil, sin riesgo, dócil al mercado y a la copia o recreación fotográfica. Lo de Jaime era catarsis pura, gesto interiorizado, autorreferencia sincera. ¡Un artista! Demasiado bueno para la inercia temerosa y absolutamente conservadora de una ciudad como Arequipa.

¿En qué proyectos trabajas ahora? Estoy involucrado en un libro de cocina y una publicación pirata con 14 ejemplares de “El arte de…” (la guerra, la seducción, del bisturí y once más). Asimismo, estoy a la espera de un dedo inca, una consola para la imposibilidad de concretar unos dibujos renacentistas, una guitarra para un cuarteto de interpretación simultánea y acabo de estar en el poblado de Patabamba, en el Cusco, para volver a ver el tejido de la chompa Jorge Chávez para un Boeing 737-200. ¡Bastante caramelo de limón!

PERFIL

Miguel Cordero Velásquez. Ha estudiado en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú, en la Academia de San Carlos de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el Byam Shaw School of Art de Londres.

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