Preparan alimentos para personas vulnerables económicamente. Foto: GEC
Preparan alimentos para personas vulnerables económicamente. Foto: GEC

En Arequipa, son más de cuatro mil las personas que viven en situación de vulnerabilidad, no tienen para alimentarse y recurren a comedores populares u ollas comunes. Estas organizaciones nacieron con el objetivo de apoyar al más necesitado. Sin embargo, no reciben el apoyo suficiente del Estado, sobre todo en infraestructura e insumos.

Desde inicios de este año, las ollas comunes se integraron al Programa de Complementación Alimentaria (PCA), que está a cargo del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social y de la Municipalidad Provincial de Arequipa. Se creó para asegurar alimentación a los pobladores en pobreza extrema y otras personas en situación de vulnerabilidad.

PERJUDICADOS

Según el coordinador de las ollas comunes, Abel Capira, el estar en el PCA no los beneficia como les prometieron; por el contrario, hasta los perjudica. Detalla que, a inicios de año, tramitaron todos los documentos para integrarse al programa y recién en mayo recibieron sus primeros productos. Es así como se dieron cuenta de que les redujeron alimentos, ya que en años anteriores recibían del programa extinto Qali Warma hasta más de siete productos: arroz, lentejas, conservas de pescado, aceite, avena, fideos, leche y harina. En cambio, ahora tienen que ingeniárselas con apenas cuatro alimentos.

“Son menos productos los que nos dan: aceite, lentejas, conservas y arroz. Con eso no nos alcanza. Antes teníamos variedad también para preparar varios platos, pero ahora nos ajustamos a lo que nos dan. Claro que es un apoyo, pero es insuficiente para la cantidad de personas que vienen”, sostuvo.

Tras esta reducción, Capira —que también es presidente de la olla común 54 en Cerro Colorado— relata que es más complicado atender todos los casos sociales. Por ejemplo, en su local reciben a más de 60 personas, y la mitad son niños huérfanos, personas con discapacidad y adultos mayores. A ellos no se les cobra nada por la comida.

Si bien los otros comensales pagan por el alimento, entre dos a cuatro soles por caldo y segundo, el dinero que recolectan no les alcanza para comprar verduras u otros productos necesarios que no les brinda el Estado, como gas doméstico, carnes, utensilios, entre otros. “En nuestro caso mantenemos el caldo, pero otras ollas solo dan segundo, porque no tienen de dónde sacar para cocinar”, indica.

Ante esta situación, Capira, junto a otros voluntarios que apoyan las ollas comunes, acude a mercados para llegar al corazón de los comerciantes, quienes donan verduras u otros alimentos. Asimismo, saludan la entrega del subsidio de 340 soles cada dos meses que les da el Estado, pero enfatizan que es insuficiente.

Capira pide al Gobierno que dé otros incentivos a los voluntarios para que sigan con el arduo trabajo de mantener una olla común.

Pide capacitaciones, enseñanzas u otros estímulos. “Necesitamos aprender, necesitamos educación para que se reduzca la pobreza y así cada ciudadano tenga una calidad de vida”, refiere.

VIDEO RECOMENDADO