Del conflicto del Cenepa al desfile por la independencia, Elson Tito Condori ha recorrido una vida entera al servicio del Perú. A sus 48 años y en condición de retiro, volvió a marchar este 26 de julio en la avenida Independencia, durante la Gran Parada Cívico Militar por Fiestas Patrias. Lo hizo con la misma firmeza de cuando decidió ser un marino infante.
Ingresó a la Marina a los 17 años, inspirado por su tío quien ya era parte de la fuerza naval. Con ese ejemplo, Tito se unió a la Infantería de Marina, una de las fuerzas élite más completas del país. “Somos entrenados para actuar por tierra, mar y aire. Y cuando hay conflicto, somos los primeros en llegar”, afirma con orgullo.
Tito se presentó voluntario y cuenta que desde los primeros días en instrucción, realizaba jornadas de entrenamiento agotadoras, maniobras en zonas agrestes y formación en armamento de guerra. El rigor físico era tan alto como la exigencia mental, lo que formó su carácter.
Esa vocación no la abandonó ni siquiera después de 23 años de servicio, ya que hasta ahora recuerda los momentos más históricos que vivió. Uno de ellos fue en 1995, cuando respondió al llamado durante el conflicto con Ecuador. Combatió en la zona de Tiwinza, ubicada en la frontera entre Perú y Ecuador.
“Uno no piensa en el miedo. Piensa en su país, en su familia, en sus raíces. Por eso vas, aunque sepas que podrías no regresar. Es el compromiso con tu historia, con tu bandera, con tu gente. Nosotros dimos la cara en ese conflicto, después llegaron los soldados”, cuenta con la voz firme.
RECUERDOS
Uno de sus episodios más tristes y que aún recuerda con nostalgia, fue su pase a retiro. En ese momento entregó su arma y rememoró el momento cuando -después de prepararse- le dieron esa arma, que lo acompañó más de dos décadas. Asegura que se lleva en la piel y en el carácter el ser infante marino.
Tito también recordó que, en su época, quienes prestaban servicio militar recibían apenas una propina. “Nos daban 50 o 52 soles. Hoy eso ha mejorado, creo que ya reciben el sueldo mínimo”, comenta. Sin embargo, considera que aún falta seguir valorizando esta labor y brindar más incentivos a los jóvenes que deciden servir.
Durante su trayectoria, comprobó que muchas personas reducen la imagen del marino a labores exclusivamente navales en el mar. Sin embargo, su experiencia en la Infantería de Marina le enseñó que esta fuerza está preparada para actuar en cualquier terreno. Esa versatilidad, poco conocida, exige una formación rigurosa y constante.
Tito manda un mensaje a los jóvenes y considera que es urgente recuperar el amor por el Perú. Lamenta que muchos jóvenes no conozcan su historia ni sepan el himno nacional. “Nos falta identidad. Sin eso, no hay país que avance. No se puede amar lo que no se conoce”, dice, con la esperanza de que su historia inspire a nuevas generaciones.
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