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El año 1807, en el distrito de Sachaca se escuchó misa por primera vez. De ese evento, solo es testigo un tallado sobre el sillar más alto de la iglesia Santa Gertrudis.

Hasta hoy, todavía se conoce esa historia: a finales del siglo XVIII, los pobladores (agricultores en su mayoría), tomaron la decisión de construir con su propio esfuerzo un templo donde pudieran reunirse para adorar a Dios. La edificación de la parroquia tardó 30 años, pero los ánimos de la gente no habían menguado y en la primera misa asistieron todos, grandes y chicos, y escucharon un sermón que muchos ni siquiera entendían.

CRISTO. Lo que no recuerdan, ni siquiera los más ancianos, es la aparición de la imagen del Señor del Santo Sepulcro. Estaba allí simplemente, golpeado, sangrando y colgando de una cruz pavorosa. De pronto, un grupo de agricultores -vecinos notables de la época- ingresaron al templo vestidos de blanco. Se acercaron a la imagen sagrada y procedieron a desclavarla. En ese instante, lo que parecía una bella estatua se transformó, a ojos de los asistentes, en el cuerpo real de Cristo. Los brazos cayeron a los costados sin vida, y la cabeza del Señor se tambaleó peligrosamente. Ante tanto realismo, el llanto desgarrado de la gente inundó la iglesia.

CANTORES. Desde entonces, el imagen articulada del Señor del Santo Sepulcro se ganó muchos devotos, algunos de los cuales formaron un grupo de cantores que perdura hasta hoy. Cada año, en Viernes Santo, se visten de luto y acompañan la procesión entonando canciones ancestrales y muy sentidas, capaces incluso de arrugar el corazón de los más incrédulos.

El pueblo de Sachaca bautizó a este grupo sombrío como los Cantores Sangre Amorosa, en virtud al título de la canción más hermosa que interpretan. Uno de ellos es Juan Vera Calderón, un hombre de 68 años que desde pequeño sintió la inquietud de formar parte de este coro.

Esta semana, Juan Vera ha venido repasando las letras de la canción. Su mujer, Liberia, lo encontraba a veces tarareando, ya sea en la casa o en la chacra, con su voz de trueno entonando:

Sangre Amorosa, sangre de mi alma,

borra mis culpas, dame tu gracia.

Sangre amable de mi rey,

como de esclavo tratada,

cuando con crueles azotes,

convirtió mi culpa ingrata.

Sangre Amorosa, sangre de mi alma...

TRADICIÓN. Así como la tradición de los Cantores Sangre Amorosa, en el pueblo de Sachaca se tienen otras costumbres que hacen de las Semana Santa, una celebración única en todo Arequipa.

Ayer, a las 10 de la noche, un grupo de 50 hombres salieron de sus hogares y se internaron en la oscuridad del campo. Caminaron cerca de 5 kilómetros en busca de dos árboles de sauce. Finalmente, cuando los encontraron, cortaron el tronco a golpes a hacha, y lo cargaron de regreso. En sus hombros, sintieron tal vez un poco del sufrimiento de Cristo, pero cumplieron su labor.

A media noche ingresaron al templo y colocaron los árboles a ambos lados del la imagen de Jesús crucificado.

Según el secretario de la Hermandad del Señor del Santo Sepulcro, Danilo Talavera, cada árbol simboliza a uno de los ladrones que murieron en la cruz junto al Señor.

PREPARATIVOS. Desde las primeras horas de hoy, los Cantores Sangre Amorosa, la Hermandad y los pobladores de Sachaca se alistan con entusiasmo y limpian sus calles para armar coloridas alfombras, pues acompañarán la procesión del Señor del Santo Sepulcro, y aunque saben que solo es una imagen articulada de madera, siempre terminan creyendo que es Cristo verdadero y no pueden evitar el llanto.

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