María Fisancho, la 'canillita' que sacó adelante a sus 7 hijos vendiendo periódicos
María Fisancho, la 'canillita' que sacó adelante a sus 7 hijos vendiendo periódicos

Lleva más de 40 años cerca a la Plaza de Armas y es la única que vende diarios, revistas, cigarrillos, gaseosas y otras pequeñas cosas hasta la una y media de la madrugada. Dice que es costumbre, mas no necesidad. “Mi madre también era canillita””, recuerda María Frisancho con una enorme sonrisa al lado de su hija menor, quien la acompaña un domingo en el negocio con el que sacó adelante a sus 7 hijos.

María tiene 63 años. Nació en el año 1952 en el hospital Goyeneche, dos años después de la revolución de los estudiantes del Colegio Independencia Americana. Su padre se alejó de su vida cuando aún estaba en el vientre de Elena Huayna. Menciona que desde los siete años seguía a su madre que trabajaba como canillita para alimentarla a ella y a sus cuatro hermanos. “Era muy trabajadora, pero tuve que dejar el colegio para ayudarla””.

HISTORIA. Desde los 15 años, cuando se casó, nunca dejó de anunciar la nuevas o malas noticias. Recuerda que empezó la venta de periódicos al lado del Ferrocarril en la Avenida Parra. Mantiene en su memoria los sucesos de hace 35 años cuando vendía la revista Life’ y ‘El Deber’, ‘Caretas’, ‘Gente’ en cantidades. También la lotería. “Las personas compraban bastante las loterías de Lima y Cusco, pero te hablo de hace 20 años””, señala.

Ser constante y madrugar fueron su fórmula para mantenerse en el mercado. “Me levantaba a las cinco de la mañana porque antes, quienes compraban los diarios, entraban a trabajar a las ocho en punto y ahí moría la venta”,” dice “Mamá Mari”, como la llaman ahora sus nietos. Se considera madre soltera y hace gestos con la mano para describir a su esposo como un mujeriego. “Logré educar a mis siete hijos, cumplí todas mis metas y me siento satisfecha. Ser madre soltera no es excusa, nadie debería sentirse menos, al contrario, mi madre me ayudó muchísimo con sus consejos””, narra con orgullo. El puesto donde ahora trabaja, en la esquina hacia Mercaderes, lo heredó de su compañera fallecida, Irma Rondón.

MADRUGADORA. Las ventas inician a las 10 de la mañana, después que su pareja recibe los diarios. Solo descansa los sábados “Ya es costumbre, me siento inútil sino trabajo””, dice entre risas.

- ¿Qué vende más, muertos, calatos, guerra?, le pregunto mientras acomoda las portadas.

- Aquí no ponemos calatos. Está prohibido. Pero todo se vende- responde con seriedad.

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