Teodoro J. Morales, poeta y abogado, reflexiona sobre la poesía. Foto: Cortesía.
Teodoro J. Morales, poeta y abogado, reflexiona sobre la poesía. Foto: Cortesía.

POR: SARKO MEDINA

Teodoro J. Morales es poeta, abogado y presidente de la Casa de la Cultura de Tarma, institución fundada en 1992. Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y publicó su primer libro en 1974, “Diario Conflictivo de Clase”. Desde entonces ha mantenido una producción literaria ininterrumpida que explora la libertad, lo cotidiano y el misterio de la naturaleza humana.

Teodoro ¿Cómo ha cambiado la poesía peruana desde tu primer libro en 1974? La poesía es única y eterna en su esencia. El tiempo no existe para ella; no cambia, solo busca nuevas formas para expresarse. En mi caso, desde 1974 hasta hoy, mi poesía ha seguido cantando a la libertad, al tiempo demudado y a lo cotidiano. Con los años se ha enriquecido con el misterio que envuelve la naturaleza humana. Como dice el poeta Óscar Wong, mi palabra “es un espejo que proyecta su sentido poético, su actitud filosófica y su raigambre”. Ahí sigo, ahondando en ese misterio que rodea al hombre en su existencia.

¿Qué tan difícil es mantener viva la cultura en una ciudad de región? La Casa de la Cultura de Tarma nació en 1992 y, desde entonces, mantiene su convicción de hacer cultura. No ha sido fácil sostenerla, pero el compromiso de sus fundadores se renueva siempre, y eso la mantiene viva. En provincias, la cultura se sostiene con esfuerzo y sacrificio; no recibimos apoyo económico de nadie. La verdadera nacionalidad no la hicieron los gobiernos, sino el pueblo. En provincias urge romper el aislamiento impuesto por las élites y superar el espíritu localista que aún limita la proyección de nuestro trabajo artístico.

Tu primer libro fue “Diario Conflictivo de Clase” (1974). Ese libro recoge conflictos presentes en toda sociedad y en todos los tiempos. Poco o nada ha cambiado; seguirá igual mientras no cambie el sistema que gobierna todo. Vivimos a espaldas de la realidad, varados en un mundo de espejismos que nos ha vuelto grotescos. En mi escritura intento mostrar a la persona en su verdad, buscando conocer su esencia. El mundo es un laberinto, dentro y fuera de nosotros. No disfrazo la realidad que mata: este mundo injusto donde el hambre aprieta y la justicia solo existe en la palabra. Vivimos una sociedad enferma, deshumanizada, donde la corrupción destruye al hombre.

¿Cuál sería tu propuesta para que los jóvenes aprecien su cultura y la literatura de regiones? La misma que tuvimos al fundar la Casa de la Cultura de Tarma: dar participación activa a mujeres, niños y jóvenes en la construcción y realización de la cultura. Solo así podrán valorar el trabajo artístico y humano.

¿La Ley y la poesía pueden convivir o son contradictorias? La poesía nació conmigo. El trabajo judicial y el cultural conviven sin conflicto. Todo forma parte de una verdad mayor. Ser abogado me permite conocer la conciencia de la gente; por eso mi palabra presenta el espíritu de algo que conozco. No dejaré de ser abogado ni poeta: ambos caminos sirven a un mismo fin.

¿Hay un nuevo libro en proceso? Sí. POLISEMIA acaba de publicar “Rumor de Auroras”, y ahora trabajo en “Soledades y Ausencias”. Quien ha nacido para escribir, no deja de hacerlo. Tengo mi verdad, fe en lo que hago y creo en mí como escritor.

PERFIL

Teodoro J. Morales. Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado más de veinte libros, entre ellos: “Diario Conflictivo de Clase” (1974), “Elegía a la Paz Violenta” (1975), “En Memoria de la Suerte” (1976), “Cantos a la Soledad Terrestre” (1980).

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