Trabaja, sonríe, por su hija, que no recibe apoyo del Estado. Foto: GEC.
Trabaja, sonríe, por su hija, que no recibe apoyo del Estado. Foto: GEC.

Desde las 4:00 de la madrugada, Reina Calcina se alista para salir a trabajar, no sin antes verificar que su pequeña ‘bebé’ esté bien. Deja comida y sale presurosa a tomar un colectivo que la lleve hacia la plataforma comercial de Andrés Avelino Cáceres, donde vende hace más de 10 años.

Ella tiene 53 años y trabaja sin descanso por su hija de 20, quien nació con una discapacidad severa. Reina cuenta que antes de dar a luz, su bebé tomó líquido amniótico y eso provocó que tenga retardo psicomotriz. Desde ese momento, la niña necesitó todo el tiempo de su madre.

HISTORIA

Reina no es de Arequipa, unos señores la trajeron desde Puno a los 16 años. Le ofrecieron un trabajo estable, viajó bajo la promesa de ganar 40 soles mensuales con comida, casa y estudios pagados. Sin embargo, no fue consciente de que era víctima de trata de personas.

En ese trabajo la explotaban laboralmente, pero Reina decidió no aguantar y salir de ahí. Consiguió otra labor como vendedora de ropa interior en la calle Víctor Lira, pero tampoco le pagaron y al exigir su sueldo de más de seis meses la despidieron sin compasión alguna.

Reina estaba obligada a no rendirse y se reinventó ofreciendo polos caminando por las inmediaciones de la calle Perú. Otras veces vendía ‘canchita’, también deambulando. Recorría como comerciante ambulante las calles Mercaderes y Santo Domingo hasta que pudo alquilar un puesto en el Mercado San Camilo.

Allí trabajó aproximadamente seis años ofreciendo productos como algarrobina, cereales, entre otros. Formó su familia y tuvo su primer hijo. Años después, nació su segunda hija con habilidades especiales, a partir de entonces las cosas fueron más difíciles para Reina.

Tuvo que dejar su puesto porque no tenía tiempo, ni dinero para contratar a alguien que atienda. Además que tenía préstamos por pagar, es ahí donde decide vender en la plataforma comercial Andrés Avelino Cáceres. Sale en la madrugada y termina su día en la noche, hasta vender más de 30 soles.

DIFICULTADES

Reina demuestra su firmeza, lo trabajadora que es y no le gusta que la miren con condescendencia porque todo lo que tiene lo ha ganado con su esfuerzo. Sin embargo, hay días que no llega ni a los 20 soles y es ahí cuando se desespera porque tiene que llevar a su casa alimentos y otros implementos para su hija con habilidades especiales.

El momento más difícil de su vida fue en la pandemia por la covid-19, cuando su esposo se contagió y dependía de un balón de oxígeno para sobrevivir. Ahora recuerda con lágrimas esos años porque también perdió a su hermano. “Salía a vender con miedo, pero no podía parar porque no tenía dinero”, contó.

SIN AYUDA DEL ESTADO

Reina cuenta que entre el 2020 y 2022, llegaron a su vivienda en Miraflores unos jóvenes quienes vieron la situación de la pequeña con habilidades especiales y le pidieron que acudiera a la municipalidad para tramitar su pensión del programa Contigo.

Ella hizo todo lo que le pidieron, le costó dinero y sobre todo su tiempo, pero pensó que sería bueno recibir algo para los cuidados de su hija. Sin embargo, la pensión nunca llegó. Cambiaron al personal del municipio de Miraflores y cuando acudió con los nuevos trabajadores municipales le dijeron que no tenían ningún documento de ella.

Reina lamenta que le hayan vendido promesas falsas y está decepcionada por el actuar de los funcionarios públicos, pero nada la detiene y continúa trabajando por su hija. “Ella es el motor de mi vida, es un ángel para mí, si algo pido solo es para ella, no para mí. Yo puedo aún trabajar, pero mi bebé depende de mí, mientras tenga fuerzas seguiré luchando por ella”, manifiesta.

APOYO

La madre de familia espera que la municipalidad de Miraflores reconsidere su caso, ante los problemas de su hija.

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