Simeón Miguel Vargas fue sacado de su vivienda en el anexo Choccetaqlle, en el distrito de Tambo, por presuntos militares de la base de Tambo. Era la mañana del 25 de julio de 1986. Según testimonios recogidos, fue golpeado, trasladado hasta el centro poblado Valle Esmeralda de Huayao, interrogado y, finalmente, ejecutado con disparos en el rostro y el pecho, en plena vía pública.

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Lo acusaban de tener vínculos con la organización terrorista Sendero Luminoso y de ser responsable indirecto de la muerte de un civil asesinado por senderistas la madrugada anterior. Tras el crimen, familiares y pobladores lo enterraron en una fosa del cementerio local, obedeciendo las órdenes de los militares que presenciaron la escena.

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Treinta y ocho años después, la Primera Fiscalía Penal Supraprovincial Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad de Ayacucho, junto al Equipo Forense Especializado, logró recuperar los restos óseos de Vargas. Fueron trasladados al laboratorio forense de Ayacucho, donde se realizarán pruebas científicas para confirmar su identidad y contribuir al esclarecimiento del caso.