​70 mil niños pierden su infancia por verse obligados a trabajar
​70 mil niños pierden su infancia por verse obligados a trabajar

“Chocotejas, señora compre chocotejas”, se escucha, en la voz aguda de Samir. El niño está sentado en un banca y tiene una bandeja de dulces, a unos metros de la vereda por el jirón Cajamarca. En medio del tumulto de gente que concurre a hacer sus compras al mercado Modelo, es difícil percatarse de su presencia.

Este niño de 7 años, desempeña esta labor como uno de cada 4 menores que trabaja en el Perú, según información del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo.

El día a día de los niños, que dejan la infancia por trabajar, es complicado. Samir, por ejemplo, de lunes a viernes acude todas las mañanas a vender con su mamá en las calles. Por la tarde tiene que ir a la escuela y no tiene tiempo para jugar. Los sábado y domingos también concurre a laborar hasta las 2 de la tarde.

CUESTIONA. La coordinadora del programa Semilla, Liset Ruiz Rivera manifestó que si los niños trabajan es por responsabilidad de sus padres. Muchos progenitores no planifican su familia, tienen muchos hijos y luego no saben como mantenerlos. Por eso hacen trabajar a los infantes, sin importar que sean pequeños.

En Junín son alrededor de 70,000 niños, niñas y adolescentes que realizan trabajo infantil. Ellos laboran, con o sin remuneración, y sin tener la edad mínima para hacerlo. Además ejecutan actividades peligrosas, que comprometen su integridad física y emocional e incluso su libertad, acotó.

En el centro de Huancayo se estima que laboran cerca a 300 niños, ellos se desempeñan como ambulantes que expenden, frutas, caramelos, verduras, ropa, lustran zapatos, pintan en las veredas y ayudan en los restaurantes y ferias.

El trabajo genera cansancio en los niños, y es por ello que cada día aumenta la deserción escolar. En la época de siembra y cosecha los menores son enviados por sus padres para las labores agrícolas y dejan el colegio.

ALTERNATIVA. A fin de combatir la deserción escolar se implementaron múltiples programas, como el de aceleración, que permite reducir los años de rezago escolar que mantienen los estudiantes de educación primaria en situación de riesgo, recuperando dos grados en un año. Hasta el momento implementó son 50 aulas, donde en coordinación con la Dirección Regional de Educación, se benefició a 1500 estudiantes.

Ulises de 17 años y estudiante de la I.E. Túpac Amaru, se retrasó tres años en el colegio, porque desde pequeño lo forzaron a realizar trabajos de adultos en la selva, donde cosechaba café. Cuando inició en el programa aceleración escolar, el menor se resistía porque era demasiado tímido y muy sensible. Pero luego persuadirlo, Ulises se incorporó al aula. Al principio tuvo dificultades de aprendizaje, pero con el reforzamiento de sus maestros por las tardes superó las limitaciones y muy pronto concluirá sus estudios.

Unos 600 escolares en situación de riesgo, también son apoyados por las municipalidad de Concepción, Pichanaki y Chanchamayo, que los forman como emprendedores a fin de que dejen de laborar en actividades riesgosas, donde son víctimas de tratantes de personas.

No obstante pese a los esfuerzos que realizan las instituciones, los niños siguen trabajando en las calles y no existe autoridad que hagan respetar los derechos de los infantes, conculcados en la sociedad.

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