Mientras la presidenta Dina Boluarte decía, entusiasmada, que “la historia que estamos escribiendo no requiere de armas ni de sangre”, un contingente policial armado ingresaba en fila para acallar a manifestantes que protestaban contra ella. La pampa de Chachacamarca, en la provincia de Junín, un eriazo donde hace 199 años se consolidó la Independencia del Perú, recibió ayer a la presidenta junto a todo su gabinete. El lugar, normalmente silencioso y helado, era un mercado de promesas y polladas por la cantidad de comercio que se aglomeró alrededor. Un aviso marcó la agenda: la carretera central de 4 carriles.

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La presidenta, empoderada sobre esas botas que usaba parecidas a las de sus generales, caminó frente al obelisco con el cabello revoloteándose como la paciencia de la gente y habló: Prometió ejecutar la carretera central de cuatro carriles, una planta petroquímica para producir fertilizante y fue en ese momento que dijo la frase con la que empieza esta historia. La Policía entró porque un grupo de ciudadanos llegó a protestar contra la presidenta acusada por ellos de ser responsable de las 60 muertes durante los meses de protesta, a inicios de este año.

Pero los insultos y gritos parecían el combustible de la mandataria. Hablaba más fuerte, se quitaba el cabello que el viento ponía en su cara y seguía hablando de enfrentar la delincuencia, la pobreza, el fenómeno de El Niño y la paz social. Boluarte hacia algunas pausas para recibir aplausos pero la gente estaba confundida. O las promesas no estaban claras o no les habían dicho a qué hora mover la manos.  Para evitar el silencio, era el propio gobernador regional de Junín quien aplaudía junto a los ministros.

Los pedidos de Zósimo

Debieron ser los pastores de Chacamarca quienes recibieran a la presidenta. Ellos pasan allí 24 horas pastando. Pero quién se hizo dueño de lugar esta vez fue el alcalde Elio Zevallos Meza. Subió al podio y pidió obras para su provincia. Incluso más, exigió a Boluarte que lo reciba este 17 de agosto en palacio. La mandataria recibió los documentos del alcalde y se los dio a su asistente. Luego le tocó al gobernador Zósimo Cárdenas quién parecía poseído por el entusiasmo. No sé cansó de agradecerle a presidenta que se hubiera tomado la molestia de ir hasta ese pampa desolada, como si ese lugar no fuera el Perú sino Marte. Luego pidió dos cosas: la carretera central de cuatro carriles -que la presidenta aseguró se ejecutará con el trazo actual en el que trabaja el gobierno de Francia- y el hospital de alta complejidad.

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Las batallas huelen a pachamanca

Si el sargento José Andrés Rázuri, dice la historia, no hubiera desobedecido al general José de la Mar en 1824, el Perú no le habría ganado al ejército realista. Habríamos perdido y la señora Elena, hoy, 199 años después, no hubiera podido vender los 20 platos de cuy colorado que ya despachó. Esta conmemoración no sólo giró alrededor de la presidenta Boluarte, también fue un bingo para los comerciantes. A lo largo de la avenida que se abre como una cinta de cemento sobre los ichus llegaron vendedores de ceviche, cuy, pachamanca, pollo, anticuchos, caldos, causa y juntos ellos, gorritos, chalinas, juguetes, cometas, dulces, y más allá rifas, ambulantes, termos. Quizá el discurso de la presidenta no convenció pero qué bien le viene a una de las provincias más olvidadas de esta región un día de fiesta como este donde las batallas viejas huelen a pachamancas de tres sabores.