Una manera de mejorar los procesos en la gestión pública para otorgar un servicio eficiente a los ciudadanos es incorporando la tecnología de punta en nuestro país. En los últimos años, sobretodo tras la pandemia del coronavirus, muchos procesos han mejorado los mecanismos de producción de respuestas públicas como sucedió con la mesa de partes virtual ante la demanda social de trasparencia y su objetivo de ejercer el derecho de fiscalización ciudadana como contribución a la lucha contra la corrupción.

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Es cierto que las instituciones públicas del gobierno central están demostrando celeridad en entregar la información requerida. Sin embargo, el avance en los gobiernos regionales y locales de todo el Perú aún es lenta, lo cual preocupa teniendo en cuenta que ya se avizora la incorporación del aplicativo ChatGPT (un prototipo de inteligencia artificial) a la gestión pública, que es lo último de la tecnología para simular conversaciones rápidas con personas y dar repuestas precisas y de calidad sobre cualquier consulta.

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Este novedoso sistema ha logrado tal perfección que los usuarios no notan que están hablando con una máquina. Incluso, se viene discutiendo las implicancias en la educación y el fin de los profesores tal como lo conocemos hoy en día. Los efectos para la gestión pública serán increíbles, porque no habrá excusa para reducir esa elefantiásica burocracia que nos cuesta cientos de millones de soles al tesoro público. ¿El ChatGPT podría superar la prueba en el Perú?

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