¡Un momento de orgullo para San Pedro de Cajas en Tarma y el Perú, quedará grabado en la historia¡. Rubén Tinoco Velarde y su esposa Yolanda Rodríguez Quispe recordaron aquel 7 de febrero del 2024 cuando la familia sampedrana viajó a Roma, para obsequiar al papa Francisco un hermoso “mullo poncho”, símbolo de la cultura de San Pedro de Cajas.

Expresión de fe

Desde lo más alto de la sierra tarmeña, donde los hilos se entrelazan con el alma, partió un poncho tejido a mano en San Pedro de Cajas, una prenda cargada de historia, tradición y fe, elaborada con paciencia por artesanos que entienden que cada puntada es una obra de arte. Y ese poncho, nacido en las manos humildes de un pueblo andino, cruzó el océano para llegar al corazón del Vaticano y cubrir los hombros del papa Francisco.

Rubén y Yolanda, movidos por la fe, pidieron visitar Roma y tocar el corazón de su Iglesia. Querían realizar una misa de salud de su familia, y aunque ese deseo no se concretó, la vida les tenía una sorpresa aún más grande. Fueron invitados a la audiencia papal, entre miles de fieles que llegaban desde todo el mundo.

Según relata Rubén Tinoco no sabían qué llevar. Primero pensaban en llevar un tapiz, pero finalmente se decidieron por un poncho. Con el alma llena de ilusión, la familia decidió llevar consigo el poncho sampedrano, tejido especialmente para la ocasión con lana de oveja de su tierra.

Cuando el Papa Francisco apareció, sus voces se alzaron con fuerza: “¡Perú, Perú!”. Y como si el destino tejiera su propia historia, el papa volteó a mirarlos.

“El día que lo conocimos, cuando escuchó que éramos del Perú, nos miró con una luz en los ojos que no se olvida. Sostuvo el poncho como quien reconoce algo sagrado. No dijo mucho, pero lo que sentí en ese instante me marcó para siempre”, señala Rubén Tinoco. La emoción fue inmensa

Luego, el 10 de abril de este año poco antes de fallecer, el sumo pontífice apareció en la plaza San Pedro vistiendo el poncho. ¡El corazón de la familia se desbordó!.

Hoy, esa alegría se entremezcla con la tristeza ante la noticia del fallecimiento del santo padre. Pero queda un consuelo inmenso, el haberlo tocado y obsequiado con algo que nació de su tierra y de su fe.

Emoción

En conversación con Correo, Rubén Tinoco señala que fue un honor entregar un poncho al Papa Francisco. “Un pedacito de mi tierra en el corazón del Vaticano”, dice orgulloso.

“Hoy me cuesta encontrar las palabras, porque el corazón me habla más fuerte que la voz. Me duele la partida del papa Francisco, como le duele a millones en todo el mundo. Pero también me siento profundamente agradecido, porque tuve el honor de estar frente a él, de entregarle un pedacito de mi tierra, San Pedro de Cajas, a través de un poncho tejido por nuestras manos artesanas” dice.

También cuenta que cuando su hija lo invitó a Europa, no pensó dos veces en lo que deseaba: “Quiero conocer al Papa (me dije) no sé cómo explicarlo, pero era como una necesidad del alma. Llevaba tiempo admirándolo, no solo como guía espiritual, sino como ser humano. Un papa que caminó entre la gente, que abrazó al pobre, que nos habló claro, con sencillez, con corazón. Y sentí que debía llevarle algo que hablara por nosotros, por nuestro pueblo, por nuestras raíces. Así apareció el poncho”, relata con nostalgia.

Queda el orgullo de que una prenda tejida en San Pedro de Cajas llegó a abrazar al hombre que abrazó al mundo.