Entre las majestuosas montañas de los Andes peruanos, emerge un conjunto de pueblos, cada uno con su propia magia, enigmas y tesoros culturales arraigados en la historia milenaria de la región. En esta exploración, hemos tenido el privilegio de conocer Yánec, una joya ancestral ubicada en el distrito de San Pedro de Cajas, en la provincia de Tarma.El viaje hacia Yánec nos lleva por un recorrido de 214 kilómetros desde Huancayo, una experiencia que nos sumerge en un camino de trocha carrozable desde Junín.
A lo largo de la ruta, se despliegan mágicas montañas, apachetas que guardan secretos ancestrales, serenas lagunas y la presencia de la fauna silvestre. Un punto destacado es la prominente montaña “Rauschanga”, considerado uno de los Apus más importantes, evocando respeto y temor debido a que aún nadie ha conquistado su cima, y varios han perdido la vida en el intento.
El viaje de alrededor de cuatro horas culmina en el misterioso pueblo andino de Yánec, enclavado bajo la protección imponente de sus guardianes tutelares, los Apus. A través de registros históricos, se remonta su fundación al 26 de noviembre de 1703, lo que significa que este pueblo antiguo atesora una historia de 320 años.
Los orígenes de Yánec se remontan a épocas preincaicas, cuando las cumbres más altas albergaron culturas andinas prósperas que abandonaron su huella en la forma de Wachumarka, Yánacmarka, Millkamarca y Auquimarca.
Los estudios indican que estos grupos podrían haber migrado desde la selva, Chavín y Tiahuanaco, atraídos por la sal y que, al encontrarla, decidirían establecerse. El territorio cuenta con dos pozos de Agua Salada, como el conocido Cachi pozo, explotados desde tiempos inmemoriales.
Los recuerdos dolorosos de la época del Sendero Luminoso han dejado su huella en Yánec, como señala el poblador Chevarria Sáenz Abat. “Sin embargo, a lo largo de los años, este pueblo resiliente ha comenzado a escribir un nuevo capítulo. Aprovechando sus recursos naturales y su riqueza turística, que incluye lagunas y vestigios arqueológicos, Yánec se ha abierto al turismo comunitario y vivencial, creando un espacio acogedor y hospitalario para los visitantes”, nos narra el poblador.
Así mismo, nos señala, Mauricia Echevarría Chamorro (Esmeralda Tarmeña) “Caminar por las calles de Yánec es una experiencia que infunde paz y tranquilidad, invito a todos a visitar a este lugar mágico en los Andes”.
Uno de los puntos notables es Wachumarka, un antiguo centro arqueológico en la cima de una montaña, con sus viviendas circulares que, a pesar de estar en gran parte en ruinas, ofrecen una ventana única hacia el pasado. El tiempo, implacable, intenta borrar estas huellas, por lo que la colaboración entre autoridades y la comunidad es fundamental para preservar este invaluable legado.
Yánec es solo un ejemplo entre los innumerables tesoros que los Andes peruanos ofrecen. Sus secretos y su historia aguardan a aquellos dispuestos a explorar y aventurarse en estos enclaves mágicos”.