Correo le dice adiós al gran ‘Pepucho’ Vega
Correo le dice adiós al gran ‘Pepucho’ Vega

Adorada tierra/ desde lejos hoy te recuerdo/por tu cielo azulino y tu suelo tan bendito/cuando de ti más me acuerdo/ cuando de ti más me alejo/ más te adoro tierra mía/ santa cuna de mi vida/.

Huancayo tierra querida/ Huancayo tierra adorada/ cómo nomás te olvidara/ ni el tiempo ni la distancia/ han hecho que yo te olvide/…

PASIÓN. Huancaíno hasta el tuétano, José Luis Vega Córdova cada día sintonizaba sus melodías predilectas; aprovechó su valiosa colección discográfica para entonar los temas más nostálgicos al compás de sus ídolos. Por ello, también anhelaba la construcción de un Palacio de la Cultura con un museo de música popular.

A “Pepucho” le encantaba las mulizas y los huaynos de Emilio Alanya y de Zenobio Dhaga; en el calor del hogar escuchar “Falsía”, “Yo soy huancaíno”, “Mi dueña” y “Camino de Huancayo” era un deleite. Admirador del “Picaflor de los Andes”, “Flor Pucarina” y de la Estudiantina Perú.

Golpeó muy fuerte la presencia de una terrible enfermedad; largos y tormentosos tres años para José Luis. Nunca antes había experimentado algo tan doloroso, pero “don Pepo” siempre se mostró positivo, comunicativo y motivador.

Frente a sus nietos Julio, Juliana, Max, Gustavo, Julián, Ana, Karim, Claudia y Oscar fue ejemplo de nobleza y docencia, inculcaba la práctica de valores. En los últimos días, todos ellos se aferraron al abuelo amado para agradecer los sabios consejos.

CHOCHO. “Pepo” se desveló en los últimos años por enseñar Matemática a cinco de sus nueve nietos. La Ciencia era su fuerte, por ello estudio Arquitectura, empero, pudo más el bichito del periodismo que lo llevó a las redacciones de La Voz de Huancayo, La Prensa y Correo.

Un inmenso archivo de la historia de Huancayo, de sus personajes; maestro con la pluma y la crítica, periodista de honestidad comprobada. Se indignó ante la demagogia, repudió a quienes dijeron: “De Huancayo haré la capital de mi gobierno” o “El valle del Mantaro será la capital del Perú”.

El trance más terrible de su vida fue cuando enfermó su hijo Juan Carlos, pero nunca perdió la fe. ¡Tengo que salvarlo! ¡Tengo que salvarlo! Gritó de batalla con los puños cerrados. Luchó hasta el final. Su vástago se recuperó y canto victoria.

Admiramos su espíritu combativo, su disciplina, su olfato periodístico, su pulcra redacción. Y nunca es tarde para hablar del colega. Hoy Dios permite que José Luis nos escuche y sonría al ver que sus amigos no lo olvidan.

El pasado 10 cumplió 82 años. Siempre confesó que contraer matrimonio con Dina Martínez fue un regalo del Señor; por ello celebró sus bodas de Rubí y de Oro con la ventura del amor eterno e inolvidable; lo saben sus hijos Rony, Sofía, José Luis, Juan Carlos y Rosa Elvira, orgullos del padre abnegado y recto.

Adiós muchachos compañeros de mi vida/ barra querida de aquellos tiempos/ me toca hoy emprender la retirada/ debo alejarme de mi alegre muchachada. Adiós muchachos ya me voy ya me resigno/ contra el destino nadie la calla/ se terminaron para mi todas las farras/mi cuerpo enfermo no resiste más…

Cómo le encantaba a “Pepo” los tangos. Escuchaba a Carlitos Gardel con los ojos húmedos y la mirada en el infinito; como una premonición. El futuro estaba escrito. “Adiós pampa mía”, fue otro de sus favoritos. José Luis querido; partes tan pronto, tan inesperado, no diste tiempo para decirte en persona lo mucho que te admiramos. Dejaste una gran enseñanza de vida. Quiero que sepas que estoy orgulloso de haber sido tu amigo. Honraremos tu nombre con valentía.

Por ti escuché por vez primera el vals “El ermitaño”, joya del cancionero criollo. Suspirabas cuando cantábamos “Tus ojitos” y “Blanca Luz”. Eras todo oído al escuchar “Caballito Blanco” y “Paraíso serrano” y te quedó en el alma la estrofa: Eres Huancayo el paraíso de mis recuerdos/ donde se esconden mis alegrías, mis amarguras/ yo hice para ti esta canción y en ella te entregué mi corazón/ Huancayo tierra donde yo nací y soy feliz/ por eso cuando muera dejaré/ un testamento donde diga así/ al pie del Mantaro que me entierren quiero yo.

Maestro se cumple tu deseo. Nadie te arrancó del terruño que tanto amaste y hoy tienes el descanso eterno al pie del Mantaro.

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