Zorrilla ha publicado una saga respecto al problema del mestizo / Foto: William Onsueta
Zorrilla ha publicado una saga respecto al problema del mestizo / Foto: William Onsueta

Con la sexta entrega de su saga «El mestizo de los Andes y su destino», el escritor (Huancavelica, 1951) confirma ser un y polémico respecto a la realidad nacional y la historia que la precede. Se han publicado algunos libros sobre ello: «Populismo radical» de Mariana Alvarado; «La oligarquía peruana, historia de tres familias», de Dennys Gilbert o «Nación radical» de José Luis Rénique; Zorrilla en ese sentido, hace un aporte, desde la historia, con manifiesta línea reivindicativa y federalista.

«En el archipiélago de las naciones» (Lluvia Editores, 2022) comprende la historia política del Perú entre los años 1930 y 1968. Fuera Leguía, Luis Sánchez Cerro toma el poder con un golpe de estado, pero no lo quiere ni la plebe ni la oligarquía, así que huye a Europa. Ingresa David Samanez Ocampo, breve periodo de esperanza regionalista, quien será el encargado de convocar a elecciones donde participará por primera vez el Apra con Víctor Raúl Haya de la Torre.

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Hay un desarrollo de la ideología aprista en gran parte del libro. Se critica cómo el discurso de Haya, dirigido a la clase media, gira a la derecha para que le permitan entrar en la vida política, luego de las matanzas y complots impulsados por su partido. Son páginas de un cuestionamiento sin tregua al aprismo, sus contradicciones ideológicas, sus alianzas políticas; Zorrilla deconstruye cada postura y discurso y lo pone en el cadalso sin llegar a que esto parezca una obsesión. En un momento, Haya habla de campesinos «tristes, haraposos y cabizbajos». Zorrilla apunta el dardo: “El pescado, la carne y las frutas, llegan a los mercados merced a los infatigables campesinos que no podrían permitirse pasar sus días en la postura de «tristes haraposos y cabizbajos»”.

Aparecen después Benavides quien impide que la población analfabeta cumpla son el sufragio en 1932; a Prado no lo quiere nadie en la capital y, de las haciendas, los campesinos huyen buscando mejores condiciones de vida; Bustamante es la representación de la oligarquía; Odría es el hombre de las obras y la inversión; Belaúnde emplea mano de obra de las haciendas para carreteras, pero nadie, absolutamente nadie ha volteado a ver al hombre rural. Trabajan para los paraísos de otros, “alimentando sus propias utopías” (p. 164).

El ensayo complejiza el poder y su relación con la población indígena reconstruyendo momentos breves de esa historia olvidada, al lado de la historia oficial de Lima, más abarcadora. De esa forma es como la realidad del Perú rural aparece como un archipiélago alrededor de un estado centralista e impositivo. Mientras en Lima insuflan planes conspirativos, en 1932 la guardia civil mata a Yanaconas de la hacienda Pucyura, Ayacucho; Erasmo Roca, representante de Ancash, reclama descentralismo; cinco campesinos en Tamboraque muere pidiendo justicia, en 1934; Benavides vuelve a prohibir el voto a los analfabetos en 1936; un flujo de migrantes llega a Lima en 1940. Estos datos están dispersos, puestos con la intensión de significar una realidad plebeya convertida en pequeñas líneas frente a un mamotreto republicano.

El empleo de la cita es útil al discurso ensayístico. Zorrilla recoge las prédicas de Sánchez, Haya, Benavides, Odría y los pone delante como un espejo barroco del Perú de hoy. Hay una sintaxis cinematográfica, si se quiere, con la que el autor juega al momento de explicar cada mensaje, desarmarlo y poner en cuestión dichas ideas. No es un narrador clásico exponiendo, hay un planteamiento de la perspectiva que nos hace ver al argumentante en la escena misma del acto político.

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Por otro lado, poco más de la mitad del libro está dedicada únicamente al gobierno de Sánchez Cerro y la historia aprista. Las páginas de los gobiernos de Benavides, Prado, Bustamante, Odría y Belaúnde quedan cortas en relación a las primeras y acusan en el lector una falta de equilibrio en el discurso. El libro completo, además, está presentado en un solo capítulo que no da respiro y es que no se trata de un texto de ficción sino de ideas y datos que necesitan de una estructura que te permita pausas.

El destino del mestizo de los Andes está condenado al abismo, dice el autor, si no se replantea el sistema de gobierno. A partir de las ideas de Vittorio Codovilla, se propone un estado federalista donde las naciones estén unidas por vínculos culturales y no dependan de un poder centralista. Con los conflictos del Perú de hoy, esta propuesta podría resultar atractiva y debatible. Sin embargo, los extremismos en los que flota el estado no dan paso al debate. Nos seguiremos ahogando.