Horrible. En un caso digno de las antiguas crónicas criminales, Domingo Velásquez Zurita (69), durante una reunión familiar, ebrio, confesó a sus vástagos que mató a su esposa e hijo. Al parecer sin poder cargar más con la culpa, contó que hace casi 35 años, en 1990, había matado a su conviviente María Esther Huallpa Inga y a su hijo Salvador VH, sepultándolos en el patio de su vivienda ubicada en el AA.HH Leoncio Astete Rodríguez en La Oroya.

El implicado que se dedicaba a la venta ambulatoria de diarios, siempre les dijo a sus hijos que “su madre los dejó por irse con su querido”, llevándose a su hijo menor; historia que no fue creída del todo. Al día siguiente, el hijo de Domingo Velásquez le preguntó a su padre, sobre la confesión del día anterior, a lo que este se puso nervioso, aduciendo que era mentira.

Con la duda, decidió ir a buscar en el patio. Debajo de varios tablones y madera que estaban cubiertos por las hierbas, al lado de un muro de tapia, hallaron huesos humanos y un zapatito. Los familiares denunciaron la confesión de Domingo Velásquez ante la Policía y Fiscalía.

Peritos

Correo llegó al lugar para conversar con los vecinos quienes señalaron que Domingo Velasquez, siempre se dedicó a la crianza de sus hijos. Hace algunos meses había vendido el terreno y el nuevo dueño realizó movimiento de tierra para construir.

El caso es investigado por efectivos de la Seincri de la comisaría de La Oroya, con el Segundo Despacho de la Fiscalía provincial de La Oroya, a cargo del fiscal Paul Canchari León. De acuerdo a la declaración que hizo el involucrado, éste habría matado a su pareja María ya su hijo Salvador, porque creía que ella le habría sido infiel y que el pequeño, no sería su hijo.

El Ministerio Público ha solicitado la presencia de peritos antropológicos, especializados en escena del crimen para la exhumación de los presuntos cadáveres. En tanto, se dispuso la custodia de la escena del crimen. A pesar de su confesión Domingo Velásquez Zurita, no iría a la cárcel, porque el delito de asesinato, prescribe a los 20 años y si los agravantes calificaban a cadena perpetua prescribe a los 30 años.