Durante los primeros años de los 90´, la redacción del diario Correo, en Huancayo, vivía entre el golpeteo rítmico de las máquinas de escribir y el trajín del taller de fotomecánica. El periodista Jorge Ponce recuerda el ritmo artesanal del periódico y lo abrupto del cambio que vino después.
“Esas máquinas llegaron de la Segunda Guerra Mundial, era lo que usaban los soldados americanos. Se debía tener mucho cuidado para no equivocarse, no podíamos borrar y teníamos que cambiar toda la carilla”, cuenta. Las máquinas Olivetti, pesadas y resistentes, eran la compañera inseparable de cada periodista en aquel entonces.
Aquellas máquinas Olivetti y el taller de fotomecánica eran parte del oficio; entonces apareció el primer salto tecnológico: las computadoras. “De un día para otro. Llegamos a nuestros escritorios y ya no había más máquinas de escribir, ahora eran computadoras. Alguien mandaba su información, traía su disquete, lo ponían a la máquina y ahí se bajaba la información, luego devolvíamos el disquete”, cuenta Ponce, que vivió la transición desde el puesto de redactor hasta jefe de informaciones. El aprendizaje fue, según él, basándose en la práctica.
Junto al avance vino también el costo humano: “La llegada de las computadoras significó un despido masivo de trabajadores. Desapareció todo el área de talleres”, rememora, explicando que muchas tareas nocturnas y puestos se volvieron obsoletos casi de la noche a la mañana.
Era digital
A inicios de los años 2000, mientras el impreso afinaba su ritmo nocturno, Edvan Ríos vivía desde la redacción otro salto histórico: la modernización de la maquinaria y el arribo del color. Correo Huancayo dejó atrás la antigua “rota plana” para implementar una rotativa que permitía imprimir el diario en grandes bloques y a todo color. “Pasamos de la rota plana y de ser “el diario del sello rojo”, a pasar a imprimir totalmente a color”, cuenta, evocando aquellas noches en las que bajaba a talleres para revisar el primer cuadernillo recién salido de máquina. Ese cambio tecnológico les dio una nueva velocidad: “El tiempo de cierre nos permitió ampliarlo mucho y eso permitía al diario ser más ágil”, afirma.
Pero el gran quiebre vino con lo digital. Ríos fue parte del primer equipo nacional elegido para implementar la página web del diario, en una época en la que internet todavía era una promesa. “Tuvimos la suerte de participar en el primer proyecto de digitalización del diario”, dice.
Los capacitaban en Lima, aprendían a usar cámaras fotográficas digitales por primera vez y subían información a una plataforma inédita para el periodismo regional. “Nos asignaron una pequeña cámara digital, una pequeña laptop y pude vivir todo ese cambio”, recuerda. Entre 2003 y 2005, la redacción empezaba a experimentar con la publicación inmediata. “Había veces en las que publicamos primero en medios digitales y después en el impreso”, recuerda.
“Todo va evolucionando, pero la calidad periodística se va a imponer en cualquier entorno”, finalizó Ríos.





