El caso del presunto secuestro del líder indígena Javier Jaime Abel Cruz dio un giro inesperado tras su confesión ante la División de Investigación Criminal (Divincri) de Huancayo. El dirigente de la comunidad nativa Alto Yurinaki, en Chanchamayo, admitió que fingió su secuestro con el fin de solicitar dinero a su comunidad, alegando motivos personales.
De acuerdo con el comandante PNP Leo, jefe de la Divincri, Cruz viajó voluntariamente a Huancayo y se hospedó por dos días, esperando que le depositaran una suma de dinero. Al no recibir el monto, arrojó su celular para evitar ser rastreado. Las pruebas médicas realizadas posteriormente no revelaron lesiones ni señales de violencia, descartando así cualquier indicio de secuestro real.
El caso había generado gran preocupación entre las comunidades indígenas y autoridades locales. La madrugada del sábado 31 de mayo, la geolocalización del celular del dirigente indicaba que aún se encontraba en Alto Yurinaki. En esa zona, la Policía encontró su motocicleta con la llave puesta y una corona tradicional que solía usar, lo que reforzó la hipótesis inicial de un secuestro.
Sin embargo, horas después, el rastreo del equipo celular mostró una nueva ubicación: la Cooperativa Santa Isabel, en Huancayo. A pesar de esto, Cruz insistió —mediante mensajes— en que estaba retenido en Cerro de Pasco y elevó su pedido a S/ 30,000. Incluso envió una fotografía con árboles para intentar confundir a sus interlocutores, aunque la señal del teléfono nunca se movió de Huancayo.