“Vivo muy feliz bailando mi shapishay, tienes que venir al barrio de Molino Pata, allí celebramos nueve días”, nos dice mientras baila y canta, María Yolanda Simeón Salguerán, la hermana de “Chapulín el Dulce”. Los chupaquinos la aclaman, por la alegría y el cariño que le tiene a la ancestral danza de los guerreros shapish.

Ayer, Chupaca acogió a miles de visitantes que se congregaron en la plaza principal para disfrutar del pasacalle de 36 conjuntos de danzantes.

Los shapish llenan de color y alegría la fiesta. Mientras que una cuadrilla de negros, los escoltan, retumbando la zumba para abrir paso.

Adelante es llevada la Cruz de Mayo, algunos la cargaban en un anda y otros la llevaban en las manos. También las mujeres chupaquinas, que lucen falda y blusa y un sombrero blanco. Además, acompañan los niños, que desde pequeños ya cultivan la práctica para preservarla.

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con su orquesta. Cada conjunto está acompañado de una orquesta típica que ameniza el baile. Ayer, a su paso los shapish realizaban el baile de la chimaycha, un momento eufórico de la danza con un fuerte zapateo, mientras agitan el hacha y la flecha que llevan en la mano.

“Yo soy de la cuna de los shapish de Pinchamachay, allí se originó esta danza guerrera, ya llevo unos 10 años bailando, esta es una tradición que heredamos de nuestros abuelos y tatarabuelos, que nos enseñaron la devoción a la cruz de mayo”, comentó Christian Navarro.

Mientras, que Cindy Galván en representación de la mujer chupaquina, menciona que en Chupaca, después del pasacalle, los conjuntos retornan a sus barrios y realizan el tradicional Uyay, que es un compartir recíproco con los visitantes y vecinos, que degustan la comida tradicional como el lechón, el puchero, con chicha morada o de jora. Allí los invitados muestra su agradecimiento con cajas de cerveza y jarras de chicha al anfitrión.

Para hoy, está prevista la realización del gran concurso, donde los conjuntos de shapish compiten. La danza guerrera de los shapish está declarada patrimonio cultural de la Nación.