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En Perú, el Ministerio de Salud atendió a 77.678 personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en 2023, de las cuales el 90,6% eran menores de 11 años. Además, se estima que entre el 5 y el 10% de los niños en edad escolar presentan Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), lo que implica que entre 30.000 y 45.000 niños en el país podrían estar sin un diagnóstico adecuado. Estos datos subrayan la urgencia de la detección temprana de trastornos del neurodesarrollo, cuya falta afecta tanto la convivencia escolar como el futuro educativo y social de los niños.

Este reportaje explora cómo la ausencia de un diagnóstico temprano impacta en el sistema educativo, vulnera los derechos de los niños y complica las labores de padres y docentes. Además, expone el papel del Estado y las instituciones públicas en la atención y educación de los niños con necesidades especiales.

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El Caso de Leonardo

Guisela P.R. (32), madre de Leonardo, un niño de 6 años, ha enfrentado múltiples cambios de escuela debido a quejas sobre el comportamiento de su hijo. “Es muy distraído, no tiene interés en las tareas”, le decían las profesoras. En un intento por resolver la situación, Guisela cambió a su hijo de institución educativa, pero el problema persistía. Finalmente, decidió buscar ayuda profesional y está esperando un diagnóstico certero. “Antes pensaba que el problema era la escuela, pero ahora entiendo que mi hijo necesita atención especializada”, comenta Guisela.

Al igual que Guisela, muchas familias en Perú enfrentan esta realidad. La falta de diagnóstico temprano de trastornos como déficit de atención, trastornos del aprendizaje y otros problemas emocionales impacta gravemente en el acceso a una educación inclusiva y de calidad para los niños. Muchos padres sienten culpa o desconocimiento, lo que dificulta que acepten la necesidad de ayuda profesional.

Condiciones de los niños en la primera infancia

La psicóloga Anais Marily Reyes Capcha, psicoterapeuta Gestalt y especialista en trastornos del espectro autista (TEA), cuenta con más de siete años de experiencia trabajando con niños en el diagnóstico y tratamiento de trastornos del neurodesarrollo. Actualmente, dirige el Centro Psicológico DCIDE S.R.L. y trabaja como psicóloga clínica y educativa en diversas instituciones, incluyendo el Centro de Salud Militar N° 31 y el Colegio Andino en Huancayo.

Reyes, quien también ha completado una maestría en Psicología Educativa en la Universidad Nacional del Centro del Perú, explica que los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo infantil. Durante este periodo se pueden identificar condiciones como dificultades en el desarrollo del lenguaje, dislexia, discalculia, déficit de atención (TDAH), hiperactividad y trastornos del espectro autista (TEA). Sin un diagnóstico adecuado, estos niños corren el riesgo de ser etiquetados erróneamente, lo que puede afectar su autoestima, relaciones sociales y rendimiento académico.

“Es fundamental que los padres estén dispuestos a que sus hijos reciban un diagnóstico, ya que la detección temprana abre la puerta a intervenciones terapéuticas que mejoran la calidad de vida y el desarrollo de los niños”, afirma Reyes. Además, destaca que el cerebro de los niños en la primera infancia tiene una notable plasticidad, lo que les permite adaptarse y aprender nuevas habilidades si reciben la intervención adecuada.

Anais Reyes agrega que muchos padres etiquetan a sus hijos con frases como “es que mi hijo es hiperactivo” o “creo que tiene déficit de atención”. Estas expresiones no solo simplifican el problema, sino que pueden contribuir a la estigmatización y discriminación de los niños, vulnerando sus derechos fundamentales.

La especialista señala que la negativa de los padres a buscar un diagnóstico profesional se debe muchas veces al miedo, la culpa, el desconocimiento y los prejuicios sociales. Esta situación genera una gran incertidumbre en los padres, quienes se cuestionan sobre el futuro de sus hijos: “¿Será autónomo? ¿Será discriminado?” Esta situación es aún más compleja en el contexto cultural peruano, donde persisten mitos y creencias que dificultan la aceptación de un diagnóstico. Por eso, la especialista subraya que es fundamental que los padres reciban también apoyo emocional y psicológico para superar estos miedos y prejuicios, lo que les permitirá tomar decisiones más informadas y contribuir al bienestar de sus hijos.

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El Sistema Educativo: Un Reto para los Docentes

Los docentes enfrentan una realidad compleja en las aulas. M.S.M. (40), profesora con más de 20 años de experiencia en Huancayo, comparte su vivencia al trabajar con niños con problemas de conducta: “Cuando ocurre un incidente, como un niño que golpea a su compañero, lo primero que hacemos es activar un protocolo de intervención, derivando el caso al psicólogo y a los padres”. Sin embargo, muchas veces la reacción de los padres no es la esperada. “Cinco de cada diez padres se sienten ofendidos cuando les mencionamos que sus hijos podrían tener un trastorno como déficit de atención. Algunos incluso cambian a sus hijos de institución”, explica la docente.

Esta situación resulta frustrante para los profesores, quienes, además de carecer de la formación adecuada para abordar estos casos, enfrentan la resistencia de los padres a aceptar la necesidad de un diagnóstico profesional. Como consecuencia, los niños con TEA, TDAH y otros trastornos del neurodesarrollo se convierten en “niños invisibles”, afectados en su integración y desarrollo académico.

Según la psicóloga Anais Reyes, la falta de diagnóstico claro puede generar que el profesor no pueda implementar una enseñanza óptima, causando interrupciones y problemas en la convivencia escolar. “Un niño sin diagnóstico claro dentro del aula puede generar conflictos y dificultar el establecimiento de normas de convivencia”, señala Reyes. Los docentes, limitados tanto en formación como en apoyo por parte de los padres, se ven obligados a lidiar con esta problemática diariamente.

Realidades en el Ámbito Rural

En las zonas rurales, la situación es aún más complicada. N.B.Z. (57), profesora con más de 25 años de experiencia, y directora de una institución educativa en Azapampa, relata las dificultades que enfrentan en su escuela: “En nuestras aulas no tenemos psicólogos ni especialistas. Cuando detectamos que un niño puede tener algún trastorno, recomendamos a los padres que lleven a sus hijos a un psicólogo, pero muchos no tienen los recursos económicos para hacerlo, y las citas en los hospitales del Estado suelen ser demoradas. Muchos padres prefieren seguir trabajando para sustentar a sus familias”, explica la docente.

Esta falta de recursos limita gravemente las intervenciones necesarias para abordar las necesidades de los niños con trastornos del neurodesarrollo, lo que contribuye a la vulneración de sus derechos a una educación de calidad e inclusiva.

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El Papel del Estado y las Instituciones

El Estado peruano ha promulgado la Ley N° 29973, que garantiza la educación inclusiva para los niños con discapacidad, pero su implementación sigue siendo deficiente. A pesar de la ley, muchas instituciones educativas, especialmente en áreas rurales, no cuentan con la infraestructura adecuada ni con la formación docente necesaria para atender a estudiantes con trastornos del neurodesarrollo, lo que limita su acceso a una educación de calidad.

La Política Nacional de Educación Especial busca garantizar atención educativa para niños con discapacidades, pero la falta de recursos y personal especializado en las escuelas públicas impide su correcta ejecución. La capacitación de los docentes en el manejo de estos trastornos sigue siendo insuficiente, lo que dificulta la inclusión efectiva de estos niños en el sistema educativo.

En el ámbito de la salud, el Programa de Salud Mental y Atención Temprana busca detectar y tratar los trastornos del neurodesarrollo, pero enfrenta limitaciones de presupuesto y cobertura. Muchos niños aún no acceden a diagnósticos y tratamientos adecuados, especialmente en las zonas rurales, debido a la falta de coordinación entre los sistemas de salud y educación, lo que impide una atención integral.

Educación y Salud: Un Reto para el Estado

Es imperativo que el Estado refuerce las políticas públicas y garantice recursos para la detección temprana de trastornos del neurodesarrollo. Las estadísticas del Ministerio de Salud demuestran la magnitud del problema, pero sin una acción inmediata y una coordinación efectiva entre las entidades educativas y de salud, los niños seguirán siendo excluidos y etiquetados erróneamente.

La psicóloga Anais Marily Reyes Capcha, especialista en trastornos del espectro autista (TEA) y psicología educativa, subraya que es necesario crear un programa nacional de detección temprana y capacitar a los docentes para identificar señales de estos trastornos. “El Estado debe también lanzar campañas de sensibilización para reducir los estigmas y mitos, y garantizar el acceso a terapias especializadas, ya que son esenciales para el desarrollo integral de los niños”, destaca Reyes. Sin una intervención inmediata, los niños con trastornos del neurodesarrollo seguirán siendo invisibles en las aulas, y las brechas de desigualdad educativa y social se seguirán ampliando. La falta de acción no sólo perpetúa el sufrimiento de estos niños, sino que también compromete el futuro de toda una generación.