Una casita para dos, en medio de una quebrada
Una casita para dos, en medio de una quebrada

Hace veinte años, inquietada por uno de sus hijos, la pareja se estableció en una quebrada frondosa y cálida que está a 2700 metros sobre el nivel del mar, ahí donde la presencia humana no se siente a varios kilómetros a la redonda.

Víctor y su esposa Teófila, ambos frisando los ochenta años, viven en un estrecho enclave de menos de cien metros de largo por veinte de ancho. Residen en medio de una gran variedad de flores, frutales y hortalizas que cosechan para su venta y autoconsumo. También crían animales menores que complementan su economía.

Don Víctor vive apartado de la ciudad
Don Víctor vive apartado de la ciudad
Doña Teófila, compañera de Víctor
Doña Teófila, compañera de Víctor

El terreno que los cobija es herencia de sus antepasados. “Esto es de mi bisabuelo. Llegué aquí porque mi hijo “Waly” (Walter), que es ingeniero agrónomo, me convenció de habitarlo. No lo pensé dos veces y me vine con mi esposa”, narra Víctor Ramos, un jubilado de “ElectroLima”.

Un paraíso terrenal

El lugar paradisíaco se llama Posocjoy (o Wiñaypoco), que está a dos horas de camino de Pichos, distrito distante a 21 kilómetros de Pazos, al norte de Huancavelica. Para llegar se tiene que recorrer trochas que cortan cumbres, laderas empinadas y valles angostos.

Víctor Ramos y su compañera Téofila Torres se alimentan de lo que producen.

Por este pedazo de tierra cruza un río que nunca se seca, una bendición que les permite sembrar aguaymanto, durazno, lúcuma, manzana, palta, así como tomates y otras hortalizas. Tampoco les falta corrales con patos y gallinas.

Desde que Víctor se sintió convencido, quiso hacer de este paraje en un emporio productivo comparable a una despensa familiar. Además de esforzase en su autosostenimiento, sale de su residencia para adquirir otros productos.

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“No crean que todo el tiempo estoy aquí, también salgo para Pichos y Huancayo. De vez en cuando me gusta visitar la Selva Central”, aclara el hospitalario hombre del campo.

Víctor y Teófila escogieron el paraíso para asentarse, así, lejos del caos y la anarquía citadinos.

En medio de la vegetación densa que lo rodea, aconseja que las actividades de los seres humanos deben ser complementadas con el esparcimiento. “No todo es trabajo. Siempre recomiendo que la vida está hecha para divertirse, haciendo lo que más nos gusta”, enfatiza.

Algunos aprovechan rendir tributo a la madre tierra
Algunos aprovechan rendir tributo a la madre tierra
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