El distrito de San Ramón, conocido como la Puerta de Oro de la Selva Central, es el punto donde los ríos Tarma y Tulumayo se unen para formar el río Chanchamayo.
Este distrito tiene una larga historia desde tiempos prehispánicos, puente natural entre la sierra y la selva. El pueblo nació como fuerte en 1847, bautizado en honor a Ramón Castilla, y el distrito se crea el 14 de noviembre de 1908. En 1865 llegaron inmigrantes y colonos europeos; con ellos creció el carácter cosmopolita y se instalaron las primeras industrias del café, impulsadas por el clima y por su gente trabajadora.
Al llegar a la selva se respira el aire que dan las plantas. Esta parte del país está bendecida por una gran diversidad de flora nativa y fauna que acompaña cada paso.
San Ramón alberga numerosos atractivos turísticos. Por falta de promoción, muchos siguen olvidados, aunque guardan una riqueza natural propia de la selva.

A pocos kilómetros de la plaza principal aparece una maravilla de la naturaleza: la catarata El Tirol. En la entrada recibe a los visitantes el señor Filomeno Rodríguez Balbín, poblador de toda la vida: “Anteriormente este lugar era una hacienda; la hacienda se llamaba Milagro. Nosotros éramos trabajadores de esa hacienda y, cuando llegó la reforma agraria, nos quedamos aquí. También recuerdo que este lugar comenzó a moverse como destino turístico en la época del presidente Alberto Fujimori, quien nos dotó de vías. Antes casi solo venían turistas extranjeros a estudiar los animales de la zona”.
Filomeno añade que, en sus inicios, para llegar a la catarata había que caminar por la orilla del río, una ruta arriesgada, hasta que se construyó un sendero que hoy permite llegar con tranquilidad. En la entrada principal hay puestos donde los pobladores ofrecen productos a los visitantes.
El camino serpentea entre árboles altos que dan sombra fresca. La caminata dura unos 30 minutos. Se escuchan aves, el murmullo de insectos y el río corre cerca, acompañando el trayecto hasta la caída.

Frente a la catarata, el sonido del agua llena el lugar. La caída tiene más de 35 metros y el baño es frío, reparador. Los comuneros trabajan en una piscina natural para recibir mejor a los visitantes. Conversamos con el señor Juan Bobadilla Córdova, poblador del anexo de Tirol: “El nombre de Tirol viene cuando, en la Segunda Guerra Mundial, los jóvenes europeos inmigraron al Perú y aquí, en esta zona, se encontraron los húngaros, los alemanes y los japoneses. El nombre de Tirol quedó en memoria de un pueblo alemán, porque los alemanes que migraron eran de ese lugar”.
Asimismo, el señor Juan Manuel Villanueva Solano, parte de la directiva comunal, precisa: “El agua de la catarata brota de un ojo de agua que sale de la montaña, a más de un kilómetro de distancia”.
A pocos kilómetros de El Tirol está otra caída menor, la catarata La Encantada. Tiene varias pozas y, en temporada de sol, sus aguas se tornan de un verde claro que invita a refrescarse.
Amigo amante de la naturaleza, si estás en San Ramón, no dudes en visitar este lugar. Podrás conectar con el bosque y vivir una aventura diferente.