Para las familias peruanas, esta Semana Santa es un acercamiento a Dios, a su palabra; pero también un encuentro de paz en familia, en comunión con los seres queridos. La Sociedad Peruana sufre una crisis de valores: no existe un respeto a las normas; y nuestros líderes, a través del ejemplo, no nos ayudan a que adoptemos dicha actitud. La anomia es cosa de todos los días.

Nuestras autoridades con sus continuas comisiones de faltas éticas y morales no ayudan a que desarrollemos esa civilidad tan necesaria para alcanzar los estándares que nos desarrollan como país. Por lo cual, en esta semana de paz es necesario encontrar en lo profundo de nuestro ser y con la ayuda Dios el rumbo necesario para que todos los peruanos encontremos y logremos la salida necesaria.

Vale la pena reflexionar en el sentido de lo que Jesús nos enseñó: «Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros».

Amarse es respetarse, es ver al «otro» como igual; y no para usar o para manipularlo como si fuera un instrumento o un medio para lograr algo material, económico o de poder. En la actual sociedad «los otros» son solamente un instrumento para lograr algo; por eso en esta semana de reflexión debemos encontrar otro camino que implique el amor al prójimo para así poder vernos como iguales y con ellos hacer del Perú una patria hermosa y solidaria. Quiero terminar pidiendo a todos mis lectores que esta semana prime en sus corazones «la reconciliación, el perdón y el amor».