En los últimos años Sapallanga ha demostrado ser una tierra en la que se mantienen vivas las tradiciones y costumbres dejadas por sus ancestros. Una muestra de ello es el Akshu Tatay, el Huaylarsh o el Santiago, pero recientemente han hecho resurgir una práctica que parecía olvidada: el trueque.

Desde hace 3 años en el mes de julio, el sonido de los cencerros de las llamas que descienden de las alturas son la alerta para los citadinos, de que los comuneros de los barrios La Unión, Paccha y Tayacancha llegan a la plaza para intercambiar alimentos de su producción por insumos como el arroz, azúcar, aceite u otros víveres.

“Es una tradición que nuestros ancestros practicaban, por ejemplo intercambiaban la papa por maíz o carne. Nosotros traemos nuestra cosecha de papa, mashua, olluco y chuno que esperamos cambiar”, señala Agustín Catrin, comunero de Tayacancha.

Para transportar la carga de los alimentos que llegaron ayer a la Plaza de Sapallanga y su feria de los jueves, un promedio de 40 llamas junto a sus arrieros tuvieron que realizar una caminata de más de 3 horas que inició al amanecer.

“Arriamos nuestras llamas por unas 3 horas desde el barrio La Unión, pero otros hacen la caminata por hasta 6 horas desde su barrio. Yo traje papa y chuno, espero canjear con víveres”, declara una pobladora.

Una costumbre revalorada

La Feria de Sapallanga, tan antigua como el propio distrito, ha congregado desde siempre a comerciantes de todo el valle, entre ellos quienes llegaban arreando mulas con productos como el charqui, mashua, ocas y papas, que intercambiaban en la feria, una tradición que fue casi desaparecida por la modernidad.

Sin embargo, desde hace tres años se volvió a promover el trueque andino, en plena pandemia por la Covid-19, según contó Julio Bendezú del Área de Educación, Cultura y Deporte de la MDS. Por su parte, Miguel Paitán, alcalde del distrito, dice que se busca revalorar lo ancestral con la practica del Ayni para que este tipo de tradiciones no se vuelvan a perder.

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