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El destacado escritor huanuqueño Jacobo Ramírez Mays presentó su más reciente obra literaria titulada “Juegos perdidos”, un emotivo homenaje a la infancia de generaciones pasadas. El libro rememora aquellos juegos tradicionales que, más allá de la diversión, dejaron valiosas lecciones de vida y prepararon a los niños y adolescentes de entonces para enfrentar el futuro con valores como la cooperación y el trabajo en equipo.
“Juegos perdidos es un homenaje a la juventud del ayer, a nosotros que alguna vez vivimos una infancia tan bonita, que nos preparó para el futuro. Es un libro de nostalgia; es el viejo que regresa a la infancia, a ese lugar donde vivió los mejores momentos”, refirió el autor tras recordar con especial cariño juegos como el sube y baja (también llamado “rompecalzón”), gallina ciega, San Miguelito, “lobo, ¿estás?”, escondidas, rayuela, salta soga, entre otros. Cada uno de ellos, señala, marcó parte de nuestra historia y fomentó el sentido de comunidad y pertenencia.
El libro está compuesto por cuentos inspirados en estas experiencias lúdicas, que han sido “literaturalizadas” por el autor, con escenarios ambientados principalmente en el poblado de Rancho. Durante la presentación, el escritor Luis Mozombito destacó el valor del libro como un testimonio de vivencias locales: “Son actos vividos que han sido convertidos en literatura”, acotó.
Por su parte, el padre Oswaldo Rodríguez subrayó la importancia del texto en el contexto actual: “Vivimos en una época en la que muchos jóvenes se vuelven individualistas. Este tipo de lectura los ayuda a socializar más, a recordar la importancia de jugar en comunidad”.
Un llamado a recuperar la infancia compartida
Jacobo Ramírez también hizo una profunda reflexión sobre el rol de la literatura y el valor de escribir: “El pajarito, si no canta, se muere; el escritor, si no escribe, también. No escribimos para hacernos ricos, escribimos para rescatar nuestra identidad, nuestra historia. Hay quienes dicen amar a Huánuco, pero no han leído ni siquiera a Varallanos. Nadie ama lo que no conoce”.
El autor lamenta que la tecnología esté desplazando los espacios de juego compartido entre padres e hijos: “Es un delito terrible que los padres no jueguen con sus hijos. Ojalá, después de leer este libro, un papá se anime a saltar la soga o jugar escondidas con su niño. La vida es tan bonita y merece ser vivida juntos”, añadió.