Cientos de iqueños acudieron al cementerio de Saraja por el Día de la Madre
Cientos de iqueños acudieron al cementerio de Saraja por el Día de la Madre

Por el tiempo que no se marchite, cada pasadizo del Cementerio General de Saraja será como los colmado de flores, desde rosas rojas hasta los que se cuelgan desde los nichos más altos y se extienden literalmente hasta el ras del piso.

No acudieron los 17 hijos de Felicita López de Ramos,pero asistieron algunos, los que todavía la recuerdan. Hace menos de dos años, el maldito virus nacido en el otro continente le apagó la vida. Sobre su tumba que ocupa un nicho en pabellón San Ricardo, los nietos han bailado recordándola.

Es posible “Que linda flor”, de Silverio Urbina haya sido la canción favorita. Ayer en el Día de la Madre, zapatearon los nietos, que todavía la extrañan. Felicita descansa al costado de Teófilo Ramos Hernández, su esposo.

El camposanto iqueño ha sido el lugar más intransitable ayer domingo. La venta de flores en los exteriores se dispararon hasta los 70 soles, cuando antes de la pandemia, el mejor arreglo floral se podía encontrar a la mitad.

Muchos de los iqueños se han quejado el precio exorbitante. Las más sencillas se ofrecían a 10 soles.

No solos únicos que se quejan. También están los músicos. La Sociedad de Beneficencia Pública de Ica les ha cobrado 10 a soles a cada uno de ellos si querían ofrecer sus servicios al interior del cementerio

Historias del lugar

El violinista Moisés Quihue Tueros, nacido en el alejado poblado de Morcolla Chico, en la provincia de Sucre, teme que la Beneficencia les empiece a cobrar 10 soles diarios. “Hay días de semana que son malos y no podría pagar ese monto”, dice.

Su compañero de arte, el arpista Víctor Torres, natural del anexo aucarino de Pampamarca, la tierra del “Chimaycha Pukllaycha”, tampoco está de acuerdo que esa tarifa se imponga de forma diaria.

El morcollino Quihue, con 77 años, ejecutor del violín desde los 18 años, recuerda con cierto humor el haber sido el formador del gran “Chimango Lares”, un violinista del distrito de Cabana Sur. “Préstame tu violín, me decía”, señala. Pedido al que no se negaba y un novel “Chimango” aprendió con el tiempo.

Las presentaciones en la mañana estuvo buena para el dúo. Se fueron a almorzar y retornaron cerca a la 1 de la tarde para seguir con la jornada. Así los familiares de Teófila Pillaca Alejos, la contrataron para ejecutar con maestría, la música andina: “Occe ñahuicha de mi vida”.

“Entre las flores de este pueblo, a ti solita te he escogido, porque tu tienes las cualidades de mi futura compañera. Por eso quiero que te olvides de los problemas que tuvimos, todo humano tiene errores, hoy empecemos nuevamente”, dice una parte de la canción y la cantan la familia de Teófila Pillaca, sobre su nicho.

Canciones tristes, otras más alegres se escuchan en cada pasillo del camposanto iqueño que después de casi dos años ha vuelto a abrir sus puertas por este día especial.