Columna de opinión: En el nombre del agua...
Columna de opinión: En el nombre del agua...

¡Llegó el agua nueva! La ansiada agua de avenida tardó… pero llegó. La pregunta es ¿acaso la situación no se repite año a año, desde que tenemos uso de razón?

La respuesta es sí; todos los años es la misma historia. Me refiero a la desesperada espera por el agua nueva. Todos los años, los agricultores de la región aguardamos con impaciencia el inicio de la temporada de lluvias. Y la impaciencia es tal, que recurrentemente -tal como ocurrió a fines de noviembre pasado- se declara a Ica en emergencia hídrica. Como si el papel y la tinta fuesen a traer el agua que tanto necesitamos para nuestros cultivos.

Ahora con los ríos cargados, y superada la angustia de la espera del agua, pasaremos al segundo capítulo de la historia, cuál es: la preocupación por los desbordes de nuestros ríos o -lo que es peor- las inundaciones o huaicos. O sea, pasamos de un extremo a otro: de la sequía a la inundación.

¿Qué hacer para tener agua en los estiajes? O mejor dicho ¿qué hacer para tener agua todo el año? ¿Y cómo hacer para tener control de la situación durante las avenidas? Muy sencillo: reservorios, reservorios y más reservorios. Tal como estamos haciendo bajo el liderazgo de nuestra Dirección Regional Agraria, hay que construir muchos reservorios, pequeños y medianos, desde las cabezadas hasta las partes bajas de nuestros valles. Asimismo, hay que instalar muchas plantaciones forestales para retener el agua de lluvias, y evitar la erosión de nuestras quebradas. Esa es la mejor manera de solucionar la escasez de agua en los estiajes, y evitar los desbordes de ríos en las avenidas.

Debemos desterrar de nuestras mentes la noción de los mega reservorios, como única solución a nuestros problemas de escasez hídrica. La Polvareda en Pisco, por ejemplo. No nos oponemos a los mega reservorios, pero son muy costosos, muy riesgosos, y de larguísimo plazo.

Por otro lado, tenemos que trasvasar aguas sobrantes de las cuencas atlánticas -me refiero al río Pampas en Huancavelica y Ayacucho- hacia las vertientes occidentales de nuestra cordillera; es decir, hacia Ica. Para ello tenemos que establecer lo que hemos denominado “La Hermandad del Agua” con nuestros hermanos de la Sierra.

¿En qué consiste la hermandad del agua? (1) En dialogar con respeto y cordialidad con nuestros pares huancavelicanos y ayacuchanos. (2) En crear los Consejos de Cuenca de manera equitativa con nuestros vecinos andinos. (3) En compartir las aguas trasvasadas y almacenadas con Huancavelica y Ayacucho. Y (4) en mantener los ecosistemas a lo largo y ancho de todas nuestras cuencas; desde las nacientes hasta las desembocaduras.

Además, tenemos que tecnificar el riego, instalando aspersores en las partes altas y quebradas; y en las partes medias y bajas de nuestros valles debemos contar con pozos electrificados -interconectados entre sí- con sistemas de riego por goteo. Este cambio tecnológico lo estamos llevando a cabo con el Programa Subsectorial de Irrigaciones (PSI) del Ministerio de Agricultura y Riego.

Asimismo, debemos infiltrar la mayor cantidad de agua posible durante las avenidas; como ahora. Dar tomas libres -levantar todas las compuertas- para que los agricultores rieguen sin ninguna limitación. Así rellenamos los acuíferos y guardamos agua para el estiaje.

He ahí la política del Gobierno Regional de Ica respecto al agua para nuestra agricultura. Cuando terminemos nuestra gestión, los agricultores de Chincha, Pisco, Ica, Palpa y Nasca tendrán más agua para sus cultivos. Ciertamente, no habremos resuelto al 100% el déficit hídrico de nuestra región, pero lo habremos disminuido, y -lo más importante- habremos marcado el camino a seguir para cambiar la historia de los últimos 50 años, la cual se podría sintetizar así: mucho floro y ni una gota de agua almacenada.

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