La ciudad de Ica amaneció de luto con la triste noticia del de Pedro “Pedrito” Cabrera, uno de los personajes más queridos y recordados por generaciones de iqueños. Durante más de seis décadas, Pedrito fue parte inseparable de la de Ica, donde con su cámara capturó miles de sonrisas, familias y momentos que hoy forman parte de la memoria colectiva de la ciudad.

Legado eterno

El fotógrafo, que dedicó su vida entera al arte de inmortalizar recuerdos, comenzó su oficio en 1958, aprendiendo de manera empírica y con una cámara de las llamadas “miniteras”. Desde entonces, su figura se volvió habitual entre los transeúntes y turistas, quienes lo reconocían por su amabilidad y carisma. En una de sus últimas entrevistas, concedida al periodista Carlos Caldas, Pedrito recordó con orgullo sus 67 años de trayectoria, confesando que su pasión por la fotografía era su motor diario: “Todavía no me siento viejo. Mientras tenga fuerzas, seguiré trabajando”, dijo entonces con una sonrisa.

A lo largo de su carrera, “Pedrito” fue testigo de la transformación de Ica y de los cambios de su emblemática plaza. En los años dorados, llegó a compartir espacio con más de 20 fotógrafos que, como él, vivían de retratar a los visitantes. Con el tiempo, las cámaras digitales y los teléfonos celulares redujeron la presencia de fotógrafos tradicionales, pero Cabrera siguió firme en su rincón, convencido de que “una buena foto siempre tiene alma”.

En reconocimiento a su extensa labor, en marzo pasado el alcalde provincial Carlos Reyes le otorgó la Medalla de Ica, distinción que él consideró como el mayor premio de su vida profesional. Aquel gesto fue el único reconocimiento formal que recibió en más de seis décadas de trabajo, pese a haber sido una figura simbólica de la identidad iqueña.

Sus restos fueron velados en la Parroquia Santo Domingo, donde familiares, amigos y vecinos se acercaron a despedirlo con profundo respeto y gratitud. Antes del sepelio, el féretro fue llevado hasta la Municipalidad Provincial de Ica, donde se realizó un homenaje póstumo y fue declarado oficialmente Hijo Predilecto de Ica. En medio de lágrimas, sus hijos sostuvieron su retrato mientras un representante municipal destacaba su humildad y su amor por la ciudad.

La misa de despedida se realizó en la Capilla Santo Domingo, tras lo cual el cortejo fúnebre recorrió los lugares más emblemáticos de su vida: su querido barrio, el Santuario del Señor de Luren y finalmente la Plaza de Armas, donde trabajó más de 50 años retratando el alma de los iqueños. Posteriormente, fue sepultado en el cementerio MAPFRE del Guayabo.

En las próximas semanas, la Plaza de Armas de Ica será reinaugurada tras su remodelación. Sin embargo, entre sus bancas y jardines renovados se sentirá un vacío profundo: la ausencia del hombre que con su cámara y su sonrisa inmortalizó por décadas la historia viva de la ciudad. La plaza lucirá distinta, pero estará incompleta sin “Pedrito” Cabrera, el fotógrafo que convirtió cada clic en un recuerdo eterno.

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