En un fallo que marca un precedente en la hacia los menores, la Sala Superior Mixta de Emergencia de Ica ratificó la condena de cadena perpetua para Jean Carlo Vargas Arucanqui, hallado culpable del atroz delito de contra una niña de 12 años.

Protección infantil

La víctima, de iniciales J.A.N.P., sufrió una serie de abusos en su propio hogar, un lugar que debió ser refugio, pero que se convirtió en el escenario de su dolor.

La audiencia de apelación, realizada en privado, concluyó con un duro golpe para la defensa del sentenciado, cuyo pedido de anulación de sentencia fue rechazado de manera contundente. Los jueces José Alfredo Sedano Núñez, Dante Martín Gutiérrez Martínez y Brenda Miriam Mesías Gandarillas sustentaron su fallo en pruebas irrefutables, reafirmando así la determinación del Colegiado Supraprovincial Zona Sur de Ica, que inicialmente condenó a Vargas Arucanqui.

El expediente judicial revela una historia desgarradora: la niña, indefensa, fue violentada en múltiples ocasiones entre junio y julio de 2020 en el Centro Poblado “El Huarangal”, en el distrito de Los Aquijes. El agresor utilizó engaños y la fuerza para someterla, causando no solo daño físico sino también un profundo trauma psicológico. La justicia, esta vez, no dejó espacio para la impunidad.

Las pruebas fueron contundentes. Un certificado médico legal y un informe psicológico detallaron la magnitud del daño infligido a la menor. Además, la declaración de la víctima cumplió con todos los criterios de credibilidad exigidos por la jurisprudencia, lo que dejó en evidencia la brutalidad del delito y la necesidad de una condena ejemplar.

El veredicto final no solo condenó a Vargas Arucanqui a cadena perpetua, sino que también ordenó su traslado al Establecimiento Penitenciario de Ica Cristo Rey de Cachiche.

Este fallo reafirma el compromiso de la Corte Superior de Justicia de Ica en la lucha contra la violencia de género y el abuso infantil. Las autoridades han dejado en claro que no habrá indulgencia para quienes atenten contra la integridad de los menores, enviando un mensaje rotundo a la sociedad.

Mientras la víctima intenta reconstruir su vida marcada por el dolor, este fallo representa un pequeño triunfo en la lucha por la justicia. Sin embargo, el desafío sigue latente para fortalecer los mecanismos de prevención y protección para evitar que más inocentes sean víctimas de la crueldad humana.

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