Ica continúa liderando la producción algodonera en el Perú y concentra a casi el 80% de los agricultores que aún apuestan por este cultivo. Sin embargo, el panorama ha cambiado en los últimos años: la superficie sembrada ha disminuido y muchos productores han migrado hacia cultivos de agroexportación como arándanos, paltas o espárragos, en respuesta a las nuevas demandas globales. Esta situación ha demostrado, además, la capacidad de los agricultores para adaptarse a nuevos contextos.
Apuestan por el algodón
En medio de esta reinvención, el algodón sigue siendo un cultivo importante. Aunque su presencia en el campo se ha reducido, mantiene un peso importante en la región. En 2019, Ica sembraba más de 11 mil hectáreas y cosechaba más de 32 mil toneladas de algodón. Cinco años después, la superficie se redujo a menos de 4 mil hectáreas y la producción cayó a 14 mil toneladas, según datos del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). A pesar de esta caída, más de 5 mil agricultores en Ica siguen apostando por el algodón, siendo la región con más productores del país.
“El algodón peruano ha estado presente en la vida de todos, como en las camisetas escolares, sábanas y polos básicos. Históricamente, ha sido sinónimo de calidad y también de empleo en el campo. Si bien hay productores que han optado por nuevas alternativas más rentables, el algodón aún tiene espacio para crecer, si se apuesta por tecnología y se articula con la industria textil”, afirmó César García, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES).
La transformación del agro no es reciente. Según el Ministerio del Ambiente (Minam), las variedades de algodón Pima y Tangüis llegaron a cubrir casi 257 mil hectáreas a nivel nacional en 1963, pero para 2017 esa cifra se redujo a sólo el 6% de lo que fue. De acuerdo con el Minam, la creciente preferencia global por fibras sintéticas más accesibles ha representado un desafío para el algodón, que enfrenta hoy una competencia cada vez más exigente.
En este contexto, muchos agricultores han optado por cultivos con mayor demanda externa. Sin embargo, el algodón aún puede tener un lugar competitivo si se apuesta por la innovación, la eficiencia productiva y su articulación con industrias de valor agregado como la textil.
“El campo ha priorizado cultivos con mayor demanda internacional y mejores márgenes de ganancia, porque representa una mejora en los ingresos de las familias del campo y un dinamismo en el agro. Sin embargo, para que un cultivo tradicional como el algodón no se quede atrás se debe fortalecer con inversión en tecnología y un impulso articulado con la industria textil. De esta manera, el algodón puede seguir siendo una fuente importante de empleo”, agrega García.

Según el Instituto Peruano de Algodón (IPA), una de las alternativas para revitalizar el cultivo es apostar por el algodón Pima, una variedad que destaca por su fibra de alta calidad, buen rendimiento productivo y fuerte demanda tanto en el mercado nacional como internacional. Apostar por este tipo de algodón podría ser clave para reposicionar al cultivo en un mercado global cada vez más exigente.
Además, hay que recordar que el algodón es un producto commodity: su precio se define en función de la oferta y demanda global. Según la FAO, se encuentra entre los 20 commodities más importantes del mundo y es una fuente clave de empleo en países en desarrollo. Para Ica, esto implica competir con grandes productores internacionales, lo que hace indispensable elevar la productividad y fortalecer los eslabones que conectan al agricultor con la industria textil.
“Fortalecer el algodón significa ampliar las opciones productivas del país. Apostar por su recuperación es diversificar la matriz agrícola con un cultivo que puede generar empleo de calidad, dinamizar la industria textil y contribuir al desarrollo económico de las regiones. Incorporar innovación y articulación en esta cadena no solo rescata un valor histórico, sino que abre nuevas oportunidades para el campo peruano”, concluye el economista de REDES.
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