La San José Obrero de Ica difundió un comunicado en el que advierte a la población sobre la presencia de personas que se hacen pasar por católicos sin contar con la autorización de la Iglesia. Según el documento, estos individuos no están en comunión ni con el Papa Francisco ni con el Obispo de Ica, por lo que sus celebraciones no tienen validez canónica ni doctrinal.

Sacerdotes falsos

El pronunciamiento subraya que asistir a dichas ceremonias constituye “pecado grave” y que los fieles tienen la obligación moral de advertir a otros sobre lo que califican como un fraude religioso. Además, la parroquia recalcó que los sacramentos, como el bautismo, la confesión o la misa, solo son legítimos si son administrados por sacerdotes reconocidos oficialmente por la Iglesia Católica.

La parroquia advirtió que se trata de una burla a la fe católica y exhortó a los fieles a no dejarse confundir, recordando que las únicas celebraciones válidas son las que dependen del Obispado de Ica.

Sin embargo, tras la difusión del comunicado, monseñor Gino Flores Bazalar salió al frente para rechazar el calificativo de “sacerdotes falsos”. En entrevista, aseguró que su comunidad pertenece a la Iglesia Católica Antigua, con raíces en Utrecht (Países Bajos), que mantiene una sucesión apostólica válida, aunque no está bajo la autoridad del Vaticano ni del Papa.

Flores Bazalar sostuvo que su organización cuenta con registro en la Sunarp, RUC y reconocimiento del Ministerio de Justicia dentro de la Dirección de Asuntos Interconfesionales, lo que, según dijo, les otorga legalidad en el Perú. “No tenemos comunión con Roma, pero eso no significa que seamos falsos. Somos una expresión de fe distinta”, señaló, calificando de discriminatorias las publicaciones que los descalifican.

La controversia ha generado intensos comentarios en redes sociales, donde feligreses exigen mayor claridad para evitar confusiones y abusos. Mientras la parroquia San José Obrero insiste en que se trata de un engaño religioso, la comunidad encabezada por Flores Bazalar reivindica su legitimidad histórica y legal. En medio del debate, los fieles quedan ante una disyuntiva: seguir las advertencias de la Iglesia oficial o atender a grupos que se presentan como alternativas de fe.

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