A primera hora del lunes, el templo del Señor de Luren se convirtió en escenario de uno de los actos más esperados por los fieles iqueños: la tradicional bajada del Señor de Luren, el Cristo Moreno, símbolo de fe y devoción en esta región del sur peruano.
Trasciende generaciones
A las 7:00 a.m. en punto, la imagen del Señor Crucificado de Luren fue descendida solemnemente desde su altar mayor, en un ambiente cargado de emoción, recogimiento y espiritualidad. El acto estuvo a cargo de los miembros de la Hermandad del Señor de Luren, quienes, como cada año, organizaron la ceremonia con profunda devoción y respeto por la tradición.
Durante el descenso, el silencio fue interrumpido solo por oraciones, cantos religiosos y algunas lágrimas de los presentes. Se trata de uno de los momentos más conmovedores de la celebración religiosa iqueña, donde los fieles tienen la oportunidad de reencontrarse, cara a cara, con la imagen de su santo patrón.

Para muchos devotos, representa una oportunidad espiritual de renovar promesas, agradecer por favores concedidos. Luego de la bajada, la imagen fue colocada en el centro del santuario, permitiendo la tradicional práctica de “ganar gracias”, que consiste en frotar suavemente con algodones o pañuelos el cuerpo del Cristo como símbolo de gratitud, petición de milagros o protección espiritual.
“Hoy el pueblo de Ica está de fiesta. Hemos contemplado cómo la imagen de nuestro Señor desciende de su cruz para acercarse a su pueblo”, expresó durante la ceremonia el párroco de Luren, Francisco Chacón, quien recordó el significado profundo de la cruz y de la figura del Cristo doliente:
“Nosotros también podemos gloriarnos en Cristo Jesús, en su cruz, tal como nos dice San Pablo. Ponemos nuestra confianza en la fe, porque Cristo, que sufrió la muerte en la cruz, es el mismo que nos anima, nos da esperanza y nos enseña a vivir desde el amor. Sabemos que él nos pertenece, porque lo entregó todo por nosotros”.

Durante toda la mañana, una interminable fila de personas ingresó al templo para acercarse a la imagen del Señor de Luren. Familias enteras, ancianos, jóvenes y niños participaron de este acto colectivo de fe que, más allá del ámbito religioso, refuerza la identidad cultural de una ciudad.
El acto litúrgico contó con la presencia de autoridades locales, representantes de la Iglesia, miembros de la Hermandad y una importante delegación de fieles que llegó desde otras ciudades del país. Lima, Ayacucho, Arequipa, fueron algunas de las regiones representadas, confirmando que esta no es solo una festividad local, sino un evento de alcance nacional.

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