Ica es la tercera región más productiva del país. Esto significa que, en promedio, el trabajo de un iqueño —ya sea en el campo, en una planta de agroexportación o en un negocio de servicios— genera un mayor valor económico que el de la mayoría de trabajadores en otras regiones. Así, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la región se ubica en el grupo de mayor productividad junto con Lima, Arequipa, Moquegua, Cusco, Tacna y Apurímac.
Actividad económica
“La productividad nos dice cuánto produce cada trabajador en promedio. Un nivel alto significa que el trabajo de cada persona rinde más y aporta con mayor peso a la economía que en la mayoría de regiones del país. Este resultado no depende sólo del esfuerzo individual, sino también de las herramientas, la tecnología y las condiciones en que se desarrolla la actividad económica”, explicó Franco Saito, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES).
Imaginemos que una fábrica de vino en otra región, con 10 trabajadores, produce 800 botellas al mes. En Ica, mientras tanto, con el mismo número de trabajadores, se producen 1,000 botellas. Esta diferencia refleja una mayor productividad. Eso no solo depende del esfuerzo, sino también de la maquinaria disponible, la organización del proceso y el acceso a mejores insumos.
Precisamente, en 2024, cada trabajador aportó en promedio S/44 mil 500 a la economía regional con su labor, una cifra mayor a la de Arequipa (S/42 mil 900) y Lima (S/40 mil 700), y solo por debajo de Moquegua (S/119 mil 700) y Tacna (S/45 mil 500). Esta mayor productividad impulsa el crecimiento económico de Ica y muestra el potencial de la región.
Sin embargo, una economía más productiva y en crecimiento requiere estar acompañada de mejoras en la calidad de vida. Por ejemplo, a través de acceso a obras públicas en distintos sectores, como salud y educación.
“Una mayor productividad no solo impulsa el crecimiento económico, sino que también genera los recursos necesarios para mejorar la calidad de vida de las personas. Cuando las economías regionales son más productivas, el Estado y las empresas cuentan con mayores capacidades para invertir en infraestructura, ampliar el acceso a servicios básicos de calidad —como agua potable, salud y educación— y promover empleos estables, seguros y formales. Así, la productividad se convierte en un motor que sostiene el bienestar y fortalece la gestión eficiente y transparente de los recursos públicos”, sostuvo Saito.

En Ica, sin embargo, esa relación entre productividad y bienestar aún es incompleta: sólo 6 de cada 10 hogares acceden a servicios básicos como agua, saneamiento, electricidad y telefonía celular, mientras que más de 353 mil trabajadores aún trabajan en la informalidad, sin derechos laborales ni estabilidad.
“Es necesario cerrar las brechas en servicios básicos, impulsar la formalización laboral y fortalecer la capacidad del Estado para invertir y gestionar con eficiencia. Requerimos que cada avance en la producción se acompañe de mejores condiciones de vida y más oportunidades para la población. Solo así el crecimiento de Ica podrá reflejarse en un bienestar tangible para todas las familias”, concluyó el economista de REDES.
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