El coronel no tiene quien lo quiera
El coronel no tiene quien lo quiera

Yo también creí en : un justiciero que había luchado contra el crimen y que ahora quería hacer lo mismo en la política. Excelente. Por eso, cuando uno de sus allegados me preguntó si me interesaba apoyar su candidatura desde la estrategia propagandística, acudí sin dilación. Me lo presentaron, estreché su mano y, al tenerlo tan cerca, una cosa me quedó clara: el hombre había visto de todo.

Mientras lo escuchaba relatar sus hazañas como policía, veía llegar una gran cantidad de gente a su local de campaña. De hecho, antes de poder entrevistarme con él, había tenido que esperar al final de una larga cola de gente que pretendía hacer eso mismo. Llegaban de todos lados. Querían hablar con el candidato que les había prometido salvarlos.

El apoyo finalmente no se concretó. Luego, empecé a indagar más en las acusaciones en su contra y me alegré de no haber asumido el compromiso. La cosa no se detuvo ahí. En el fragor de la campaña, empezó a circular un video en el que Espinoza afirmaba que el hampa lo «cuidaba». Después vendría el destape de la extraña compra de su casa con un pago al contado de más de medio millón de soles. Mi bisabuelo y mi abuelo fueron policías. Entre los dos no podrían haber ahorrado una cantidad equiparable. El castillo de naipes de Espinoza empezaba a desmoronarse. Aun así, los votos le fueron propicios.

Cuatro años después, Elidio Espinoza vuelve a ganar. La elección, sin embargo, es distinta: el alcalde saliente es el personaje menos querido del año. Las multitudes que antes marchaban tras él y que lo esperaban a las afueras de la Corte para celebrar cada nuevo fallo absolutorio, hoy brillan por su ausencia. Las medallas y diplomas que se ha esmerado en repartir las últimas semanas no son suficientes. Su suerte está echada. La población le da la espalda; lo mismo que hizo él con nuestra ciudad. 

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